Medicuchos
Ya está bien de no actualizar, que ha llegado septiembre, joder. Así que hoy voy a hablar de uno de esos temas de los que acostumbro a pontificar mucho sin tener mucha idea: los médicos. Por mi trabajo en la fábrica, conozco a muchos sanitarios de todo tipo y más o menos sé cómo va la cosa en su profesión. Además, me encantan las series de médicos. Eso sí, como decía un famoso columnista de la ex ministra de Sanidad, no distingo un virus de un golondrino, pero eso es lo de menos.
Yo opino que los médicos lloran mucho y los demás los tenemos que aguantar porque tarde o temprano los necesitaremos. Acabo de recibir un email de estos enlatados de "pásalo" indudablemente instigado por el incipiente lobby de los MIR, esos facultativos novatos que se dedican a drogarse y enrollarse entre ellos en los cuartuchos donde duermen en las guardias. Que conste que, con esos horarios, me parece bastante lógico. Bueno, el email contaba la historia de dos hermanos. Uno, con 16 años dejó los estudios y se dedicó a la vida contemplativa. Sus padres le pagaron un cursillo de fontanería y al poco tiempo encontró trabajo. Luego montó su propia empresa, se compró un cochazo a tocateja, se compró un piso, se casó con su novia y se fueron de viaje de novios a Tailandia. Y, con 28 años (mi edad) era un triunfador de la vida al que le venían a suplicar los empresarios, costara lo que costara, que les hiciera una obra. El otro hermano era el empollón. Aprobó selectividad, estudió sus seis años de Medicina, aprobó el examen MIR y se puso a hacer la residencia por 750 euros al mes más guardias (obviamente, eso fue antes de aprobarse el actual Estatuto del Residente, pero el caso es dar pena). Pese a ser todo un licenciado, tenía que aguantar que los pacientes le increparan por llevar mucho tiempo esperando a ser atendidos. Encima, el pobre, un día se confundió y le denunciaron por negligencia. A los 30 años no tenía ni coche, ni casa, ni familia, ni nada.
Una historia triste, no cabe duda. Pero, mientras meditaba sobre ella me he topado con la siguiente noticia: "Muere una cardióloga al sufrir un infarto en el Congreso de Cardiólogos". Los muy espabilados se pensaban que el congreso consistía en ponerse ciego a costa del laboratorio de turno, pero se les presentó curro de improviso y no pudieron hacer nada. Y es que, como dice una tía mía del pueblo, "en los hospitales son más los mandaos que los llamaos". Así que llorad menos, medicuchos, que a saber en qué manazas caemos cuando nos ponemos malitos.
Y menos mal que mis amigos médicos no conocen la existencia de este blog...
6 Comments:
Hombre, un amigo de mi hermano es fontanero y tiene casa, coche y está forrado.
Claro que una amiga mía que estudió Medicina también tiene casa, coche y está forrada desde que aprobó el MIR.
Una pregunta... ¿Para recibir el título de fontanero tienes que demostrar que sabes enseñar la "hucha" al agacharte para ver las tuberías, o eso es algo que te da la práctica?
Si se hiciera un calendario de fontaneros, ¿saldrían todos en irresistibles posturas "muestra-hucha"?
Por supuesto, la prueba de la hucha, para los fontaneros, es como la selectividad para los universitarios.
Cuando me cuentan coaas como la del Fontanero y el Médico, que son como muy leyenda urbana, yo cuanto cierta historia (verídica: yo estaba allí) en un cóctel ofrecido por la Porsche.
Cuéntala, cuéntala.
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