Monday, October 19, 2009

Vida rural, vida urbana II

Una semana después de volver de mi última incursión en la vida rural, ya metida de lleno en la rutina del curro, fui informada de que debía asistir a una comida con mi jefa, mi archijefe y un señor ministro, que también iría con su propio séquito. Bien, me dije, comeré gratis. Además, como yo conozco al ministro y a su séquito, será una buena ocasión para impresionar a mi archijefe con mis conocimienos, mis preguntas incisivas y mi don de gentes (sí, tenía uno de esos días optimistas).

Así que llegado el día me calcé unos tacones, puse mi gesto más profesional y me encaminé hacia el Ministerio con mis dos jerarcas. Una vez allí nos recibió la encargada de protocolo, una rubia algo viejuna. La rubia me saludó efusivamente, lo cual, en un principio, creo que impresionó a los jerarcas. Pensarían que conozco a absolutamente todo el mundo en ese lugar.

No lo había pensado antes, pero da la casualidad de que esta señora también es un personaje de la vida rural. Y, como en la vida rural no hay diferencias de edad, la última vez que nos habíamos visto estábamos vestidas con camisetas y pantalones viejos tomando un mojito sentadas en la calle, bajo la sombra de un toldo casero-chabolista que habíamos construido para la ocasión. Lo llamábamos "la zona chill-out".

Como digo, la mujer me saludó efusivamente, se interesó por mi salud y bromeó sobre nuestros atuendos elegantes y urbanos. Quizá mis jefes estaban un poco desconcertados con tanta amabilidad hacia mi persona y tanta indiferencia hacia las suyas. Pero todo fue bien hasta que llegó el camarero. "¿Les apetece tomar algún aperitivo?", dijo ella, muy finolis. "Una cocacola", dijo el archijerarca. "Un vino blanco", dijo mi jefa. "Eh... Una cerveza sin alcohol, por favor", dije yo. Y ahí la tía no pudo contenerse más y se echó a reír a carcajadas dejando atónitos a los dos jefes y roja como un tomate a servidora. "Cerveza sin alcohol? Vamos, anda! Pero si hace siete días te bebiste un cubo entero de mojitos en la zona chill-out y luego fuiste a otra peña a pedir un pepino para empezar con los gintonics. No me vengas ahora con una cerveza sin alcohol, ja, ja, ja, ja".

Mis jefes me miraron. El archijefe, muy oportunamente, se excusó para ir al lavabo. El ministro y su séquito llegaron y corrimos todos un tupido velo sobre el hecho de que mi alcoholismo y mi falta de vergüenza hubieran quedado al descubier. La próxima vez que vaya al Ministerio hago como que no la conozco. Ya le pediré disculpas una noche borrachas en la vida rural.

4 Comments:

At 10:13 AM, Blogger peibol said...

JAjajajajajajaj. Si es que no se puede uno descuidar nunca. Al menos no tendrá fotos de esa borrachera, ¿verdad? ¡Podría hubir tu carrera!

 
At 5:03 PM, Blogger Sue said...

Espero que no tenga fotos, la perra del demonio. Lo único que nos faltaba a los borrachos del mundo es el facebook y sus derivados.

 
At 10:38 AM, Blogger yanmaneee said...

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At 12:03 PM, Blogger المتوكل على الله said...


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