Friday, February 10, 2006

Tiempo al tiempo


Hace unos días leí algo que me hizo partirme de risa al principio y hundirme después. Habla de la publicación del libro ‘Tiempo al tiempo’, que recoge las opiniones de 28 “expertos” sobre cuál sería el mejor horario laboral. Si leéis la noticia veréis qué propuestas más agradables, como la del señor Ignacio Buqueras, que apuesta por “una jornada laboral que comience a las 7.30 u 8.00 de la mañana y no se alargue más de las 17.00 o 18.00 horas, con una pausa para el almuerzo no superior a los 45 minutos”. Haced cuentas para ver cuántas horas de curro os salen. ¿Y la del señor Garzón? ¡Pero si ese horario, por desgracia, ya lo sufre España entera! Amando de Miguel aconseja ser impuntual a veces (media España lo es, me incluyo y no me siento orgullosa por ello) y Caldera va a su bola. Me parto con su “no dejar absorberse por los horarios y no ser esclavo del tiempo”.

Es que no se enteran. No quieren enterarse de que la inmensa mayoría de los currantes de este país son esclavos del tiempo por culpa de sus jefes. El único que apunta directamente a ellos es el astronauta Pedro Duque. ¡Claro! ¡La gente no se va a casa hasta que no se va el jefe! Las empresas españolas están plagadas de jefes sádicos cuya única función es machacar a sus trabajadores. Si los políticos no quieren darse cuenta, vamos listos, porque a mí no se me ocurre ninguna idea para acabar con esa raza de jefes negreros e hijoputas que tenemos en España.

Luego salen estudios como el que se publicó hace unas semanas diciendo que España es el país donde más horas se echan y menos se rinde. Cómo vamos a rendir con el panorama que tenemos en el curro, joder… No hay más que mirar a nuestro alrededor: todos hemos sufrido alguna vez los efectos de un jefe gilipollas, todos conocemos a alguien que lo pasa fatal en el trabajo por culpa de su jefe, todos hemos leído en algún blog comentarios de gente que se queja de sus jefes.

Se asustan los políticos de que en este país no se rinde. Cómo se va a rendir si te quitan la ilusión y las ganas de trabajar a los dos días de llegar. No voy a contar mi caso aquí porque la mayoría de los lectores de este blog conocen mi historial laboral y no quiero aburrir a nadie. Sólo diré que al empezar a trabajar, justo después de terminar la carrera, yo era la curranta más rápida y eficiente de aquella empresa. Y tenía tanta ilusión que no me costaba levantarme por las mañanas, el tiempo allí se me pasaba volando, me encantaba lo que hacía e incluso ayudaba a mis compañeros cuando yo ya había terminado con lo mío.

Un jefe con encefalograma plano consiguió quitarme la ilusión a fuerza de detalles que todos habréis sufrido, como duplicarte el volumen del trabajo por el mismo sueldo, prohibirte coger vacaciones y, encima, decirte: “Qué mala cara traes, a ver si te coges unas vacaciones y te vas de crucero”.

En cuestión de cuatro meses yo ya era un claro ejemplo de ‘síndrome de burn out’. No fui consciente hasta que un buen día vi ese proceso en una chica nueva que llegó como yo, con muchas ganas de currar y siempre alegre. En tiempo récord (tres semanas), la pobre era la persona más vinagre de la empresa, y con razón.

Cuando llegué a Madrid, a una empresa mucho más grande, pensaba que todo esto no iba a pasar. Primera lección: la cantidad de mierda es directamente proporcional al tamaño de la empresa y a su volumen de negocio. Aquí tuve a un jefe hijo de puta, el peor con diferencia. Un tirano, una mala persona enfadada con el mundo que paga su mala sangre con los que tiene debajo. Aún me cuesta creer que haya gente tan mala en el mundo, debo de ser muy pardilla.
Lo espeluznante es que España está llena de gente de esa ralea. Resultado: la gente trabaja sin ilusión, va al mínimo esfuerzo (“total, para lo que me pagan”; “total, luego no me lo reconocen”), pasa la mitad de sus largas jornadas metiéndose en Internet, haciendo llamadas personales o saliendo a la calle a fumar.

Y luego llega Caldera y nos dice que no nos obsesionemos con los horarios. Sin comentarios.

CC.

1 Comments:

At 9:20 AM, Anonymous Anonymous said...

Oh, vaya, hemos posteado a la vez. Bueno, ruego a todos los lectores que en atención a nuestra descoordinación nos comenten A AMBAS.
Bueno, nena, que decirte del tema jefes que no hayamos dicho ya en un bar mil veces. Como curiosidad te comento que hoy (viernes) mi puto jefe quiere quedarse con más horas mías de las debidas para que le invite esta noche a cañas por haberme subido el sueldo. El tío me lo dijo el otro día muy serio, que a mi y a otro nos habían mejorado nuestras condiciones y aún no le habíamos invitado a nada, que sería un detalle, que lo agradecería, que lo necesitaría... ¡Pero cómo se puede tener tanta jeta! Si gano algo más, que sigue siendo poco, es porque me lo merezco. Pero, en fin, él es como un niño mimado de 4 años y yo como la niñera a la que amenaza: "si no me compras un helado se lo voy a decir a mi mamá" O, en el caso actual, "si no me invitas a cañas te voy a hacer la vida imposible con el director". Así que esta noche toca invitar. Menos mal que somos dos a pagar la cuenta.

P. D. Aunque os parezca surrealista, esto que he contado es supercierto.

 

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