Monday, December 19, 2005

Hay que tener mal gusto


Aprovecho unos escasos minutos de Internet caídos del cielo para actualizar por última vez mi blog antes de viajar a una localidad de la España medieval, donde sólo se come comida casera (lo cual no está nada mal) y la tecnología se reduce a televisión en color (guau) y teléfonía fija y móvil (guauuu).

Tengo que contar algo bastante gordo que me ha soplado un Garganta Profunda de mi gremio, antes de que se me adelante el Arbusto, que quedó peligrosamente prendado de la historia cuando se la conté.

Se trata de un antiguo compañero de trabajo, famoso por ser el típico baboso que se parte las cervicales cada vez que pasa una tía buena. Según solía afirmar él mismo, tal calificativo sólo era válido para aquellas chicas dignas de desfilar por una pasarela. Es decir, tenían que ser altas, delgadas y con buenas tetas. Decía que las tías de metro ochenta y 52 kilos de peso (4 de ellos en el pecho) eran el súmmum de la elegancia y el erotismo. Tenía a Nieves Álvarez -su diosa- de fondo de pantalla y varias fotos de modelos de largas piernas pegadas en el monitor.


Todo esto no es malo. Las tías también nos torcemos las cervicales cuando vemos un buen culo y si alguna lo niega, miente (o es idiota).

Lo chungo viene cuando me entero de que el chico de gustos exquisitos se lió hace unas semanas con una famosa presentadora de TV, conocida por frases como "¡A mediodía, alegríaaaaa!" y otras perlas que no voy a reproducir aquí.

No sé si la proporción estatura/peso/tamaño de las tetas de LS se corresponde con lo que este tipo entiende por mujer ideal, pero creo que a esta tía habría que "darla" haciendo el truco de la alcachofa (uno que me contó un primo mío muy bruto, que consiste en liarle la falda en la cabeza).

Lo peor de la historia aún estaba por llegar, porque mi contacto me dio más detalles sobre los auténticos gustos del chaval. Resulta que últimamente sale mucho por pubs de ambiente gay, pero no porque le guste más el pescado que la carne, sino porque le van... los travelos.

Sí, amigos, el súmmum de la elegancia y el erotismo. Aunque no sé que es peor: liarse con LS o con un travesti.
Vosotros diréis.