Cataclismos y futurología
He estado un poco desconectada del blog últimamente. Mi último post, de hecho, lo escribí un día antes de que empezaran a ocurrir cataclismos a mi alrededor. El primero fue una mala cosa personal en la que no voy a entrar, que este es un blog de humor. Cuando me hube repuesto, empezó la tormenta en la fábrica de tornillos. Tormenta que tuvo su último episodio muy, muy recientemente. El caso es que el enano cabezón que tenía por jerarca ya no lo es. En su lugar han nombrado a otro enano igualmente cabezón y algo más feo, con el que no sé si me llevaré bien o, directamente, me echará a la p*ta calle en cuanto tenga la oportunidad. Pero lo que me ha dejado alucinada de esta historia es mi talento como profeta: el sábado fui a casa de G. a cenar y llevé una botella de cava "para abrir cuando el jerarca se largue". Sí, a mi también me parece increíble...
Fábrica aparte también han ocurrido cosas. La más cataclísmica es la ruptura de mi pareja de amigos más casada. La historia de Pedro es la siguiente: fue el primero de sus amigos en tener novia, el primero en casarse, el primero (y único) en tener hijos. Ha sido el primero en echarse una amante bandida de 20 años y el primero en separarse. A parte de lo traumático que ha sido todo, sobre todo para nuestra amiga, la mujer despechada, la historia es chunga para los demás por tres motivos:
a) No tenemos edad para que nuestros amigos se separen con papeles y todo.
b) ¡No tenemos edad para que nuestros maromos nos dejen por otra más joven!
c) Pedro es como una bola de cristal en la que los demás han podido ver siempre su futuro, porque siempre lo hacía todo antes que los otros. Qué futuro más negro...
Ha habido algún cataclismo más por ahí que afecta a algún lector/a de este blog, pero prefiero no entrar, que me estoy pasando de catastrofismo. También han pasado cosas buenas, qué caramba. Por ejemplo: Cler se ha venido a vivir a Madrid. Es cierto que no tiene casa y que, la que iba a alquilar ha estado a punto de caérsele encima, pero en fin, hay que ver el vaso medio lleno.
Pero se me olvidaba la catástrofe más gorda de todas: Arbusto ha dejado el blog. Desde aquí te lo digo, Arbusto: depón tu actitud o amenazo con plantarme en Kabul en la primera quincena de junio y obligarte yo misma a volver a escribir.