Thursday, September 28, 2006

Manos-cazos girl

Arbusto ha perpetrado una estupenda estantería. Es un poco manazas, como véis y por eso la sociedad le castiga: licenciado, ratón de biblioteca o marqués son algunos de los calificativos que seguro que se gana (no hago leña, es pura retórica para ilustrar mi argumento). Y todo, ¿por qué? Por ser un tío. Un tío tiene que nacer sabiendo manejar la blackandecker.

Normalmente me enorgullezco de ser feminista y de denunciar a los cuatro vientos cuántas injusticias tenemos que soportar las mujeres, pero en este caso he de reconocer que la sociedad nos lo pone más fácil a nosotras a la hora de ser unas inútiles integrales. Hoy mismo me han traído una mesa para la cocina a mi casa. He preguntado si trae manual y el muchacho me ha mirado con condescendencia máxima y me ha dicho "sólo hay que unir las cuatro patas con la tabla". No te jode, yo también le habría mirado con condescendencia si él tuviera que, por ejemplo, situar Soria en un mapa.

Acto seguido, como no tenía que trabajar, he llamado a D. y le he comunicado la llegada de nuestro nuevo elemento doméstico:

-Tengo tiempo para montarla, así ya la verás puesta.
-No, déjalo: ya la montaré yo.
-Pero no me importa.
-No te molestes, Sue, por favor.
-Bueno, vale.

Al final he desistido, porque no me emociona montar muebles, y por lavarme las manos si algo salía mal, es cierto. Más tarde me han llamado mis padres, que están de vacaciones. Como la mesa es un regalo suyo les he contado que ya la he recibido. Mi madre, en concreto, me ha preguntado que si es bonita.

-Bueno, sí, aunque aún no la he visto montada.
-Ah, ¿que no te la han dejado puesta? Entonces la tendrá que montar D.
-La verdad es que lo iba a hacer yo.
-No, no, nada de eso, ¿cómo te vas a poner tú a montarla?
-¿Por qué no, mamá?
-Bueno, porque... Porque ya bastante has hecho tú, que te has quedado en casa a esperar a que la trajeran. Que haga también algo él, ¿no?
-Mamá, yo no trabajo hoy, sólo he tenido que abrir la puerta y decir "por aquí".
-Da igual: que la monte él.

Ni mi madre (que es todo menos una madre tradicional) ni D. me tratan como una menor de edad por ser mujer ni me obligan a salir a la calle con burka. Lo que ocurre, tristemente, es que soy manos-cazos girl, la chica más torpe de mi barrio. Lo saben y no quieren decirlo así, para no insultarme. Y como soy una chica, tengo excusa.

¿Qué debo hacer ahora? ¿Quemar mi sujetador en protesta? Mejor no. Mejor que monte él la mesa. Y ya que se pone, que coloque la lámpara que nos regaló la Señorita E. y los toalleros en el baño. Y que ponga de una vez los halógenos que faltan. Así somos las chicas inútiles, muy femeninas.

Sue

Saturday, September 23, 2006

Autodesmentido

Soy una intoxicadora y una perra del demonio, de ahí mi ascenso meteórico, supongo. El caso es que, a día de hoy, estoy en condiciones de asegurar con fiabilidad 80 por ciento que todos los rumores que contribuí a difundir en mi penúltimo post "rhumor" son falsos (no pongo el link porque está ahí abajo, es sólo mover un poco el ratón).

-MTFV y ME no se han casado. Esto no lo he constatado, es lo que pienso desde el principio.

-Carmen Alborch, como sabéis, no optará a la alcaldía de Madrid, sino a la de Valencia, contra Rita Barberá.

-Basta de hablar de lesbianas: hablemos de hermafroditas. Anne Igartiburu no sé si será estéril o si será como la modelo que resulta ser un tío de House, pero yo conozco a alguien que sabe a ciencia cierta que es lo que se entiende por una tía. Si le das un par de copas te lo cuenta.

-A Letizia algo le pasa, pero no sé si será anorexia. Zampa a dos carrillos y bebe refrescos. Está en la chusta, luego, podría ser bulímica, pero no la veo excusándose para vomitar en cada cóctel. Además, raja por los codos, muchísimo, muchísimo y cuenta que...

-Leonor ya dice "papá" y "mamá", luego no es sorda ni muda.

Sue

Wednesday, September 20, 2006

Sue y la fábrica de tornillos (y III: ascenso al estrellato)

Me ha parecido bonito poner un final feliz a mi serie "Sue y la fábrica de tornillos", con la que os he aburrido de cuando en cuando contando tonterías de mi trabajo. Hoy es el día indicado porque, como algunos sabéis, he sido ascendida a capataz de tercera, el primer cargo directivo en mi meteórica carrera como fabricante de tuercas, tornillos y derivados.

A partir de ahora curraré más fines de semana y viajaré menos (por no decir absolutamente nada). Para compensar, no haré turnos de noche. La panoja no la veré hasta enero, pero es lo que hay. Estoy contenta porque mi superior directa es una tía con la que me llevo bien y bastante tranquila (para compensar mi histeria desatada en ciertos momentos). En cualquier caso, no empezaremos a ejercer nuestros nuevos cometidos hasta la semana que viene, así que tengo tiempo para comprarme el equipo (látigo y silbato).

Lo que he constatado es que, aunque aún no sea oficial, las noticias vuelan, y no he parado de recibir parabienes en toda la tarde. "Bueno, bueno, pero no empecemos todavía a chuparnos las p*llas", como decían en una peli de Tarantino.

En fin, que aunque la panoja no la reciba hasta enero, hoy me toca invitar a copazos. Hasta luego.

Sue

Friday, September 15, 2006

Hasta fin de existencias


Queridos amigos, necesito vuestra inestimable ayuda para resolver un asunto que nos divide a Arbusto y a mí desde que llegamos a las Américas hace ya un año. Os pido, pues, que hagáis de jurado en el “caso Abono Mensual de Transporte Público”, ya que a estas alturas ninguno de los dos cede en su postura. Expongo:

El pasado año, al comienzo del curso universitario, Arb supo que los alumnos tenían derecho a un descuento en su abono mensual de transportes. Sólo había que ir cada mes a una oficina de la universidad, enseñar el carné de estudiante y –voilà-, su abono, gracias. Arb fue el segundo día del plazo establecido para ello y volvió a casa sin abono. “¿Y eso?”, pregunté. “Es que ya no quedaban”, contestó.

No cabía en mi asombro ante semejante chapuza. ¿Qué es eso de hacer descuentos limitados a los estudiantes? Vamos a ver, ¿estamos hablando de una universidad o de un supermercado con ofertas “hasta fin de existencias”?

A fecha de hoy, él todavía defiende la postura de su universidad, argumentando que tal vez tenían un presupuesto ajustado y por eso sólo podían pagar el abono a unos cuantos alumnos. Pues muy mal. Si una universidad decide destinar un presupuesto para que a sus alumnos les cueste menos el transporte público, o se hace bien, o no se hace. Y si el presupuesto no te da para eso, lo destinas a tizas o a poner comida un poco menos asquerosa en el comedor. En fin, cositas así. Cutres, más que cutres.

CC.

Thursday, September 14, 2006

Gimnasia blanda

Estoy pelada de dinero. Entre el euríbor y los malditos ladrones del banco nos han pegado un palo gigantesco en la hipoteca. Además, tengo poquitas ganas, pero, no sé por qué, esta semana he decidido que no me puedo realizar como ser humano sin ir al gimnasio. Así que he llenado la cabeza de la Señorita E. de propaganda barata pro ejercicio físico y hemos ido al gym a preguntar precios y horarios.

Somos chicas con clase y no íbamos a ir a un gimnasio cualquiera. El elegido ha visto sudar a intelectuales de la talla de Yola Berrocal. Llegamos y nos atendió un tipo con bastante pluma. Nos dio un paseo por las instalaciones y pudimos ver la piscina, con su clase de acuaerobic, la sala de spinning, que nos cansó nada más verla y, otras cosas por el estilo. Por fin, llegamos a una sala donde la gente levantaba una pierna con parsimonia a la orden de una señora. Parecían muy felices. El monitor gay nos contó que era yoga. No sabía si a la hora que queremos ir nosotras, que es temprano, habría clase, pero si no era yoga, sería pilates, tai chi u otra “gimnasia blanda”. La Señorita E. y yo nos miramos y lo vimos claro. El concepto que acabábamos de descubrir era el que nos ponía. Y si lo convertimos en “gimnasia blanda”+desayuno+cigarrillo, nuestras mañanas otoñales prometen.

Me acordé, de repente, de que sólo hace un par de semanas, en el post que escribí en mi cumpleaños, me consideraba demasiado joven para apuntarme a pilates. Bueno, está bien, acabo de cambiar de opinión. “¿Por qué quieres gastar el dinero que no tienes en un ejercicio que no te va a hacer estar más delgada?” os preguntaréis. Muy sencillo: si suena mi despertador y sé que lo que me espera es un hitleriano monitor de spinning me doy media vuelta y sigo durmiendo. Pero si es algo más suave, puede que me anime al menos dos o tres días por semana. “Bien, entonces ahórrate la panoja y gana horas de sueño”. No. Estoy poseída por el síndrome posveraniego y me he decidido a enfundarme un chándal de vez en cuando, aunque sea engañarme a mi misma (y a los demás). Ya lo sabéis: desde ahora soy gimnasta (blanda).

Bueno, empiezo en octubre...

Sue

Tuesday, September 12, 2006

Rhumor

Bulos, leyendas urbanas y rumores (algunos, incluso, fundados) son un excelente recurso para los blogueros perezosos. En nuestro tejado todavía no ha sido suficientemente explotado, así que os voy a enumerar algunas de las últimas historietas que he oído. Las protagonistas son mujeres por nada en especial, pura casualidad.

-El clásico. MTFV es bollera y se ha casado en secreto con María Escario. Éste lo habéis oído todos y no sé vosotros, pero yo le doy una credibilidad del 0,02%.

-El político. Carmen Alborch sustituirá a Trinidad Jiménez como candidata a la alcaldía de Madrid. Me cuadra bastante. Lo que no acabo de entender es por qué el PSOE piensa que el perfil señora de edad teñida de pelirrojo, pintada como una puerta y de fuera de Madrid es el adecuado para competir con Gallardón (por cierto, este también es protagonista de grandes rumores, como los que le sitúan en prostíbulos donde todo el mundo le llama respetuosamente don Alberto, aunque no cuadran mucho con los que le colocan como neurótico y maniático de la limpieza).

-El disparatado. Anne Igartiburu es hermafrodita. Lo escuché ayer y me partía. Por si lo dudabais, ya os digo yo de muy, muy buena tinta que es falso. Por lo menos hasta que el doctor House diga lo contrario.

-El del “Hola”. Letizia está deprimida y anoréxica. Digo que es el del “Hola” pero me refiero a la prensa del cuore extranjera, por supuesto. En fin, lo de anoréxica salta a la vista y deprimida... ¿quién no está un poco depre por estas fechas?

-El bombazo. No sé si lo habréis oído, pero aquí sí que no puedo daros pistas sobre si es verdad o no porque yo misma no sé qué pensar. Me inclinaría por un 40% de credibilidad. Preparaos: Leonor (nuestra heredera, no la Watling) es sordomuda.

¿Qué me decís? ¿Sabéis algo más sobre estas apasionantes historias?

Sue

Friday, September 08, 2006

La hospitalidad

Después de 15 días a base de playa, siesta y régimen alimenticio basado en cocina casera de la más alta calidad, Arb y yo regresamos a nuestro refugio transatlántico. Ya habréis notado el aumento de posts en estos últimos días (por cierto, debajo de éste hay otro post nuevo. Es que estoy inspirada). Bueno, es que al margen del binomio playa-siesta, no he hecho otra cosa que dejarme cebar por mi santa madre, que suele palparme el costillar disimuladamente cada vez que me recibe después de mucho tiempo.

Pero seas de la familia o no, uno siempre es recibido con gran hospitalidad al llegar al pueblo. Esto es más o menos lo que tuvo que soportar Arbusto hace unos días al llegar a casa. Bueno, nosotros no somos tan gañanes, que conste.

CC.

Paciencia con los pacientes

Como menciona Arbusto en esta entrada, una tía mía que es médico de cabecera tiene bastantes historias que contar sobre los inmigrantes. La mayoría de sus pacientes son marroquíes, sudamericanos y subsaharianos. En la zona también hay muchos del Este de Europa, pero parece que no suelen ir al médico. Tras muchos años en la profesión, mi tía ya tiene anécdotas y una tipología bastante elaborada.

Sudamericanos. Son los que más conocen sus derechos, supongo que porque hablan en cristiano, y los más exigentes a la hora de pedir bajas, certificados y p***as en vinagre, aunque a veces se pasan un poco. Por ejemplo, hace unos días un paciente con un corte superficial en el dedo (ni siquiera requería puntos) exigió que le mandara una radiografía. También son especialistas en colarse en la sala de espera para, a continuación, llamar racistas a los pacientes que protestan ante semejante descaro.

Subsaharianos. Según mi tía, “los pobres sólo van al médico cuando lo que tienen les está matando de dolor”. No dominan muy bien el idioma, no entienden los tratamientos pero tampoco preguntan y en invierno suelen llevar hasta tres pantalones y tres sudaderas a la vez. Ella dice que es porque no están acostumbrados a “tan bajas temperaturas” (estamos hablando de un pueblo del sureste español) y yo digo que se ponen toda su ropa encima (estoy segura de que no tienen más) para no dejarla en la chabola y evitar que se la robe alguno de sus 15 compañeros. Versión dura, pero realista.

Marroquíes. Bastante conflictivos, manejan el español lo suficiente como para dar por saco al personal médico. Son también muy exigentes y llaman racista a todo aquel que le lleve la contraria. Tienen a sus mujeres bien guardaditas en casa, por lo que no hablan una sola palabra de español. Cuando la paciente es la mujer, sólo habla el marido. A veces, ni pisan la consulta. Mi tía siempre cuenta que un día llegó un paciente marroquí para saber los resultados de unos análisis de sangre. Ella sacó los análisis y le dijo al tipo: “Tiene usted anemia”. Y él contestó: “No, yo no, mi mujer. Está en casa, embarazada”. El tío había ido a la consulta sin la verdadera paciente, y eso que, en este caso, el médico era otra mujer.


CC.

Thursday, September 07, 2006

Agotamiento postvacacional


Desde hace unos años se oye hablar del síndrome postvacacional, una cosa que puede ser real o no (en eso no me meto, es más, creo que yo también lo he sufrido), pero me da a mí que más de uno acude a él para justificar sus pocas ganas de trabajar. Porque, reconozcámoslo, los españoles nos merecemos el estereotipo de vagos.

No hay más que mirar a nuestro alrededor y escuchar historias de familiares y amigos. Todos tenemos compañeros que no dan palo al agua y se inventan cualquier excusa para no ir a currar. La que más oigo últimamente es la baja por depresión, una cosa que, por lo visto, pilla todo el mundo. Ahora resulta que media España está deprimida, vamos, no me jodas.

Una compañera de mi madre se divorció el año pasado a la vuelta de las vacaciones y ha estado de baja hasta julio. Resulta que se quita de encima un marido al que no soportaba y le da la depresión. Y resulta que en plena baja por depresión, se fue de viaje a Londres, a Praga y a los Países Bajos. Y a la despedida de soltera de una de mis amigas de la infancia (me imagino la escena: una tía de cuarenta y tantos en un grupo de veinteañeras tratando de quitarle el tanga al stripper).

Lo último de lo último es pillarse una baja por agotamiento, algo que ni siquiera sabía que existía. Existe, sí, y a mi madre le ha tocado comerse el marrón de su jefa inmediata, que a los dos días de volver de las vacaciones llegó con su baja firmada diciendo que necesitaba dos o tres semanas de reposo. En el trabajo de mi madre, las vacaciones de verano son de dos meses. ¿Qué ha hecho esa mujer en ese tiempo para volver tan agotada? ¿Subir el Himalaya? ¿Hacer senderismo siguiendo el curso del Amazonas? No, ha tenido a toda la familia en casa, así que, según ha explicado ella misma a sus compañeras, no ha tenido "ni un minuto de descanso".

Dios, qué país.

CC.

Wednesday, September 06, 2006

Música, idiomas y artes marciales

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, chicos. Iba a contestar con otro comment, pero dado que me enrollo como una persiana, escribiré un post. Así actualizo, jé.

Me ha sorprendido la historia de Sue, que estuvo a punto de convertirse en una virtuosa violinista. Yo podría haber sido un hacha con el piano y la flauta travesera… si hubiera habido un conservatorio en mi pequeño pueblo. Me explico: cuando yo era niña me sobraba mucho tiempo al cabo del día y tenía muchas ganas de emplearlo en cosas útiles. Leer no era suficiente, sobre todo cuando mis padres se negaban a comprarme la colección entera de Barco de Vapor y me veía obligada a releer docenas de veces los cuatro o cinco libros que me regalaban al año.

Mis progenitores tenían sus razones, ya que yo era una niña –según ellos- “reconcentrada”. Me gustaba mucho meterme en mi habitación a leer y podía pasar días sin salir ni al portal de la calle. Claro, que las amiguitas que yo tenía tampoco eran la alegría de la huerta y tenían padres bastante autoritarios (¿qué es eso de no dejar jugar a tu hija para que no desordene la habitación?). Así que con nueve años pedí a los míos que me apuntaran a una academia de inglés recién inaugurada (lo de la música fue más tarde).

Durante el curso, abrió una academia de kárate justo al lado, así que me entró la vena karateka, pregunté por el horario y, toma chasco, coincidía con mis clases de inglés. Ingenua de mí, elegí seguir con el inglés, ya que pensaba que me sería muy útil en el futuro. Craso error: cuando llegué a 6º EGB sólo me sirvió para aburrirme en clase y aprobar los exámenes sin estudiar. Vale, miento. El verano anterior me hice amiga de unas niñas alemanas gracias a nuestro inglés chapurreado.

A pesar de todo, siempre me arrepentí de no haberme apuntado a kárate y hacer unas cuantas llaves a los típicos niños incordio en el patio del recreo. Al revés que Jiménez del Oso, por fuera parezco frágil, pero por dentro tengo muy mala leche. Me habría gustado tener técnica para “proyectarla” con elegancia.

Tras mi fracaso con los idiomas y las artes marciales, decidí estudiar música. Por aquel entonces, mi sueño era tocar el piano, pero el conservatorio más cercano quedaba a 95 kilómetros. Por una falta de comunicación absurda en el entorno familiar, me apunté a una “academia” de mi pueblo sin saber que era la banda municipal (una de las cosas que más odio de los pueblos). Mis padres sí lo sabían. Así que yo seguí yendo a mis clases de solfeo hasta que me tocó elegir instrumento y me soltaron algo así como “nos hace falta alguien para flauta travesera”. Até mis cabos, vi la luz y me piré.

Desde entonces, decidí invertir mis ahorros en comprarme libros yo misma. Hoy por hoy, mi relación con la música es vía “mula” y hace años que no piso un gimnasio. Aún así, no descarto apuntarme a taekwondo un día de estos. Ahora me ha dado por ahí.

CC.

Friday, September 01, 2006

Yo también me pregunto...

Dado que Quic no actualiza desde hace tiempo y que no se me ocurre otro tema mejor para mi post, aquí van algunas cosas que yo también me pregunto:

1. ¿Por qué los padres de hoy en día se empeñan en que sus hijos aprendan a tocar algún instrumento? El piano es un clásico. El otro día supe que una tía mía ha tenido que quitar a mi primo de 10 años del conservatorio porque el niño está hasta las narices de piano y se niega en redondo a seguir con las clases. Ayer llegué a casa de mi abuela paterna y otro de mis primos estaba tocando el violín. De momento, le gusta. Tiene 12 años, así que dentro de nada le gustarán otras cosas.

2. ¿Por qué las cantantes y actrices castañas se tiñen de blanco? Ya sé que para triunfar hay que pasar por el aro yanki (hay que ser una sílfide rubia, y si no, que se lo digan a la ex pelirroja y ex rolliza Shakira). Pero lo del rubio platino -es decir, blanco- no lo entiendo. ¿Por qué ese empeño en llevar el pelo como si fuera canoso cuando se puede lucir una saludable melena morena?

3. Ya sé que Keith Richards se cayó de una palmera hace ya bastante tiempo, pero no puedo dejar de preguntarme qué c*** hace un señor de 62 años subido a un cocotero.

CC.