Sunday, July 30, 2006

Regreso

Amigos, he vuelto. Sólo unas líneas para informaros de que me hallo desde hace unas horas en Madrid y de que mañana trabajo. Eso sí, elegí hábilmente el turno de noche para esta semana a fin de ver el rostro de mis superiores el mínimo tiempo posible y que así el impacto no fuera tan brusco.

Pensaba dejar sólo una notita y emplazaros a próximas y larguísimas entradas en las que relataría con todos los pormenores mis vacaciones. Porque ahora debería poner la lavadora y pasarme la silkepil, pues hasta ahora lo único que he hecho ha sido ver blogs y el capítulo grabado de "Mujeres desesperadas" (inciso: Quic y Att, muchas gracias por vuestra ayuda, pero al final mi hermana también lo grabó, así que podéis borrar la cinta si queréis). Pero como eso es un rollo, os cuento ahora lo que se me ocurra y doy por actualizado.

Sólo comento que al final las vacaciones se han alargado un poco más de lo previsto (16 días). De ellos, uno lo he pasado en Valladolid, ocho en Cantabria, uno en Madrid y cinco y medio en Valencia. Vacaciones ibéricas, como veréis. En Valladolid dormimos el primer día de nuestro merecido descanso D., yo y otros seis energúmenos. ¿Por qué Valladolid? Ni nosotros mismos lo sabemos. Íbamos hacia Cantabria, pero paramos allí y dijimos "qué cojones, tenemos días de sobra, vamos a vivir la noche pucelana" Y eso fue lo que hicimos hasta altísimas horas de la madrugada, con considerable perjuicio de nuestros organismos. La idea era hacer turismo por la mañana, pero cuando despertamos en la pensión (y eso que era de lo mejorcito de la infrahostelería) pensamos "vámonos a un sitio con playa o aire acondicionado ya". Así que llegamos a la tierra de Bustamante en menos que canta un gallo. La segunda noche buscábamos una pensión tipo a la anterior, pero nos topamos, en Comillas, con un pedazo de hotelazo rural preciosísimo y megabarato (sorprendente en ese pueblo) y allí nos quedamos. La Solana Montañesa o algo así, lo digo por si vais. El resto del tiempo nos alojamos en una casa alquilada por mi ad hoc y criticada por todos los que no habían movido el culo para buscar un sitio. Era muy bonita, con habitaciones amplias, cocina hermosota, barbacoa y hasta mesa de billar. Pero estaba al lado de una carretera, de la vía de un tren y de una granja de pollos y, por si fuera poco, varios de los huéspedes coincidieron en que parecía sacada de una novela de Agata Christie y que daba miedo. Por las noches nadie tenía huevos de levantarse a hacer pis.

Pero no les hice ni caso. Y qué cojones nos lo hemos pasado bien, bien. Estaba un poco preocupada porque a los habituales amigos de D. se añadieron Cler y Petra. Ya sabéis, por lo de mezclar ambientes. Pero fue todo un acierto llevarlas. Que me perdonen los amigos con acceso a este vuestro blog, pero observé alguna tirada de trastos incluso que me divirtió bastante. Por lo demás, todo salió rodado, porque tuvimos un poco de todo: playa (Cler más que nadie), montaña, canoas, algún paseo cultural, comilonas y algún otro exceso. Me reí mucho.

Volvimos a Madrid y nos quedamos solitos D. y yo. Aprovechamos para lavar nuestra ropa, volver a hacer la maleta y acercarnos a una tienda donde adquirimos el Dormitorio Completo donde quizá algún día engendremos a nuestros futuros hijos. No será antes de finales de septiembre, que es cuando nos lo traen. Con las mismas enfilamos hacia un pueblo valenciano al apartamento de la suegra donde, paradojas de la vida, dormimos en habitaciones separadas como manda la tradición. Salvo ese particular, con el que ya contábamos y salvo estar la casa llena de sobrinos que se levantan demasiado temprano, lo que hubo fue más buen rollo: playa, piscina, helados, juegos con los críos, chiringuito nocturno... Y no me enrollo más. Sólo señalar que, en contra de las estadísticas, D. y yo no hemos discutido ni una sola vez en esta quincena y que las vacaciones podían durar todo el año. Besos a todos y gracias a Copycat por soportar sola el peso de este sesudo blog.

Sue

Wednesday, July 26, 2006

Antisemitismo


Oriente Próximo es el mismo avispero de siempre. Podría escribir un post sobre lo que opino de todo esto, pero como sé que se me calienta la boca, me limitaré a señalar que menuda tierra prometió Yahvé a sus fieles, en plena boca del lobo. Por cierto, mucho odiarse unos a otros y no son más que la misma cosa: el mismo dios con distinto nombre, el mismo acento (¿habéis oído a alguien hablar en hebreo?), la misma tirria a la carne de cerdo. Además, tanto los musulmanes como los judíos varones están circuncidados. Y no sigo.

Siguiendo en mi línea de posts intrascendentes, contaré una anécdota que me ocurrió estando en 6º EGB. Mi profesor de inglés, un joven recién casado al que yo veía como un señor mayor (cosas de la infancia) pasó lista el primer día de clase para ir quedándose con nuestros nombres. El mío, raro en aquella época, tampoco era desconocido. Viene de la Biblia. En concreto, del Antiguo Testamento. Para poner a mis lectores en antecedentes, contaré que mis padres eligieron ese nombre para no repetir ninguno de la familia. También para evitar peleas entre las abuelas, que normalmente pugnan para que la primogénita lleve su mismo nombre (es típico en mi pueblo, al menos). ¿Y por qué de la Biblia? Porque el cura no dejó a mi padre ponerme un nombre sacado de sus cómics, así de simple. Con mi hermano hicieron lo mismo.

Dicho esto, volvemos a la clase de inglés, donde dejamos al maestro pasando lista... "Copycat", dijo con una cara que parecía un poema. "Presente", dije yo. Me buscó con la mirada y me preguntó: "¿Qué nombre es ese tan raro?" "De la Biblia, Antiguo Testamento", contesté yo diligente.

"¿No serás judía?", me soltó.

Por aquel entonces yo aún no tenía una idea muy clara sobre ciertos temas, pero recuerdo que pensé: "Y si lo fuera, ¿qué?"

CC.

Sunday, July 23, 2006

Dichosa naftalina

No me gustan los chinos. Podréis decir que tengo una imagen estereotipada y todo lo que queráis, pero me parece una gente avara, desconfiada, gris y despiadada. No tienen ningún problema en torturar personas, así que os podéis imaginar cómo tratan a los animales. He visto imágenes de cómo tratan a los gatos antes de matarlos para utilizar sus pieles. Muy gratuito y muy cruel todo, joder.

Odio que sean tan desconfiados, como si todo el mundo tuviera una segunda intención al decir simplemente “hola” (cree el ladrón…).

En Madrid, Arbusto y yo solíamos ir a comprar a un par de tiendas de chinos. Una de ellas estaba regentada por una familia bastante curiosa. La mujer era pequeña y flaca, con una cara de eterna mala host** que daba miedo. La hija, también preadolescente, juntaba la mala leche heredada de la madre con la mala leche propia de la edad. Un erizo, la niña. El hijo pequeño hablaba un español perfecto, porque era el único que no estaba metido todo el santo día en la tienda y se relacionaba con otros niños. El padre era un chino gordo con una cara que daba muy mala espina. Iba siempre vestido con tonos grises, zapatos negros y calcetines blancos (indumentaria chin-lú). Fumaba como un carretero. Pero lo que daba más miedo era su sonrisa, o más bien su intento de sonrisa. Todos sabemos que los chinos son grandes comerciantes (todo empezó con la Ruta de la Seda, amigos) y creen que la sonrisa empresarial es lo mejor para hacer negocios. Pero a este hombre le salía una sonrisa de “malo de la película”, que te ponía los pelos de punta y te hacía replantearte si volver a esa tienda ni para lo más urgente. Uf.

A pesar de todo, en España son discretos (se matan y explotan entre ellos sin que nadie se dé cuenta).

En esta ciudad donde vivimos ahora, la población china es muy numerosa, y lo peor es que reproducen al pie de la letra su estilo de vida. Pasear por China Town es un asco (Quic puede dar fe), y ahora en verano, cuando el calor potencia los olores, peor que peor. Para no extenderme demasiado, haré un pequeño listado:

- Estética. Para empezar, los chinos carecen de este concepto. ¿Es estética china ese abigarramiento decorativo de comercios y restaurantes? ¿Ese profuso uso del rojo y dorado? ¿Esa pasión por lo gris y los calcetines blancos de ellos es moda china? ¿Y esos conjuntos pantalones marrones/camiseta roja (por ejemplo) de las mujeres? Yo diría que no les preocupa en absoluto, que cuando se levantan por las mañanas se ponen lo primero que pillan y no miran si pega o no. Antiestética china, la llamo yo.

- Orden y limpieza. Ausente. Amigos, esas tiendecitas de todo a un euro y de comestibles que hay en vuestro barrio aquí es una ilusión. Aquí está todo desordenado y sucio, no limpian los escaparates aunque estén tan llenos de m***** que no se ve lo que hay (“total, si se van a volver a ensuciar”) y el concepto “buena presentación para atraer el cliente” brilla por su ausencia. Les basta con tirar los precios para hacer caja.

- Alcanfor. Sus ropas huelen a naftalina. Sus casas huelen a naftalina. Lo sé porque he estado en un par de ellas y porque nuestros vecinos de arriba son chinos. Esto último lo sé porque tengo olfato de sabueso y cada vez que abren la puerta de la terraza, el olor entra en mi piso. El otro día lo olió hasta Arbusto (cuya nariz sirve únicamente para propósitos respiratorios). Señores chinos, por favor, el alcanfor apesta. Las polillas devoratejidos son insectos del pasado y no hay humedad que justifique el uso de esas bolsas nauseabundas.

Por cierto, hablando de nuestros vecinitos de arriba... Arbusto tuvo que denunciar al manager del edificio su comportamiento poco civilizado, ya que cada día tiraban el agua de fregar por la terraza, con tan mala maña que caía en la nuestra. Arb hizo algunas fotos del momento "¡Agua va!" y al cabo de dos días dejaron de hacerlo. Eso sí, la peste a alcanfor sigue entrando cada vez que abren la puerta de su terraza.

CC.

Wednesday, July 19, 2006

Descuentos


¡LLegan las rebajas más esperadas del año!

¡Suben las temperaturas, bajan los precios!

¿O no?

CC.

(Si no lo ves bien, haz click en la foto)

Saturday, July 15, 2006

Breve vacación

En breves instantes me voy a montar en un coche rumbo a las merecidas vacaciones. No es que el viaje en cuestión merezca un post de despedida, porque sólo voy a estar una semana ampliada fuera, pero así espero no recibir críticas por poco actualizadora y que vayan a parar todas a Copycat, que las tiene más merecidas (aunque pobrecilla, sé que tiene un montón de curro, tampoco os paséis).

Los próximos días los voy a pasar en Cantabria, como los ricos de antes y como las fans de Bustamante de hoy. No creo que me pueda conectar, aunque quizá sí (vamos, lo de siempre). Pasadlo bien.

Tuesday, July 11, 2006

Banderas y fauna piscinera

En el último comment de la anterior entrada, Nuria y Jose hablaban de banderas. Qué casualidad, el mismo tema que pensaba tocar yo hoy. El caso es que, como sabéis, dispongo de un nuevo domicilio en el que aún no habito por problemas que no vienen al caso. Ello no me impide quedarme a dormir (en el sofá, que cama no tengo) de vez en cuando, ir a la piscina y estar un poco al loro de los cotilleos vecinales.

Resulta que al poco de darnos el piso, apareció por allí una tímida bandera arcoíris. O hay un inca o hay un gay, pensé. Como los incas de por aquí no son muy reivindicativos, opté por la teoría del gay. Yo aún no sabía que no era uno, sino una colonia de 30 o 40 homosexuales de menos de 30 años (es la estimación del dueño del bar de la esquina). Bueno, pues muy bien. Pero como en esta vida siempre hay un yin para un yan o un roto para un descosido, a toda colonia juvenil-gay le corresponde una vieja vinagre. La vieja vinagre llegó indignada a la primera reunión de la comunidad. Yo delegué en D. porque mi trabajo no me permite acudir a esos interesantes encuentros y, al salir, me contó que la vieja había exigido la retirada de la enseña. Hizo eso amén de quejarse de los que juegan al paddle, porque hacen ruido, e intentar cobrarles, tratar de restringir el acceso a la piscina de amigos y familiares y protestar porque un perro ladraba. Lo que se dice una tía conciliadora.

Ninguna de sus pretensiones fue escuchada, pero la vieja siguió en sus trece. Cuanto más se empeñaba, más se reía la gente de ella. No sólo apareció otra bandera gay, esta vez grande y hermosa, sino que colgaron una de Cataluña, una de Valencia, una de Aragón, una de Asturias. Una de un país sudamericano que no sé si es Colombia o Ecuador. Y un trapo rojo que debe de ser la bandera también de algo. Vieja-vinagre no cabía en sí de rabia. En esto llegó el verano (aún estamos en él) y las tensiones se agravaron. Los gays, acompañados de unas tías que no sé si serán también lesbianas, pero que están tremendas y acomplejan a cualquiera, se pasan el día en la piscina, oyendo música y haciendo cosas de jóvenes, como jugar a la pelota o fumar algún porro. La vieja hace lo posible por amargarles: aquí no se come, no se bebe, no se fuma, no se pone música, no se juega a la pelota… El otro día la tensión llegó al máximo. La vieja había recriminado a un grupo de niños de corta edad por jugar a la pelota. Los gays lo vieron y, aunque no iba con ellos, se indignaron y decidieron tomarse la justicia por su mano. Así que cuando Vieja-vinagre estaba nadando (ya sabéis cómo, con la cabeza muy tiesa para no mojarse el pelo) uno de ellos se lanzó encima, hundiéndola por completo. “¡Esto no quedará así!” les espetó la vieja.

Ya veremos. Cada uno cuenta con unos apoyos. La vieja tiene a una madre argentina de su parte y a un vicepresidente de la comunidad neutral. Los gays cuentan con el dueño del bar y una pareja de gordos. Estoy deseando presenciar el próximo episodio de la guerra piscinera.

Sue.

Friday, July 07, 2006

Poesía en estado puro

y atravesando mares, sierras, llanos
-¡oh gozo!-, con sonidos castellanos,
os llega un dulce efluvio de poesía.
(Dámaso Alonso)
Sí, efluvios de poesía me llegaron a mí esta mañana cuando, de camino al metro de esta ciudad del otro lado del Atlántico, un chico de unos 15 años con mochila gritó a un gordito que iba varios metros delante de él: "¡Eh, Torrente!"
Jóvenes españolitos que vienen a estas tierras a aprender algo de inglés durante el largo y aburrido verano y que traen, sin saberlo, pinceladas de folclore.
CC.

Thursday, July 06, 2006

Du-dubidá


La primera vez que vi un grupo de indies supe que el denominador común de estos tíos es la delgadez. Los indies auténticos tienen que ser flaquitos para poder llevar esos pantalones talla XS y esas camisitas con las que marcar costillamen. Son frágiles, casi etéreos. Son lánguidos hasta la náusea.

Pero hete aquí que el gordito Miqui Puig quiere ser indie. De hecho, lleva años en ello... los mismos que llevo yo sintiendo repelús cada vez que veo su careto en la tele. A ver si me explico: tiene cara de gordo hijop***, como el de Parque Jurásico que también sale en Seinfeld (no recuerdo el nombre). Para mí, ese actor siempre tendrá la etiqueta de gordo asqueroso. Pues lo mismo con Miquipuch.

Además, no soportaba verle cantar descalzo en el escenario. Pero lo que me hizo cogerle una tirria inmensa fue aquel anuncio de un coche en el que decía aquello de "du-dubidá".

Miquipuch, eres fake (como dirían estos de aquí).

Para ser un indie etéreo tienes que hacer gimnasia, piltrafilla, no vale con este listado de tus gustos en tu web oficial:

Tuesday, July 04, 2006

Sue y la fábrica de tornillos (II: "sex and the office")

Poco después de aquel verano dejé de ser una humilde becaria para convertirme en una trabajadora ilegal sin contrato y con ¿sueldo? irrisorio. Aún estudiaba, por lo que prácticamente dejé de ir a clase (ya antes no era demasiado asidua), pero seguía contenta con mi suerte.

Un día de esos primeros tiempos llegué al curro y me encontré mi ordenador encendido. «Hola, reina del sexo», me espetó el aparato. Bueno, no me lo dijo en voz alta: era lo que había escrito en la pantalla. Debajo, tres o cuatro líneas con ordinarieces de dudoso gusto. Leí el mensaje con espanto y enseguida comprendí que no era yo la destinataria de tales lindezas. Por aquel entonces Topo y yo no habíamos llegado a la categoría de tener nuestro propio ordenador, sino que compartíamos uno. Cuando uno estaba trabajando, si el otro no estaba en misiones exteriores o librando, se buscaba la vida para conseguir otro puesto. Así que ese mensaje se lo debía de haber dejado él en un descuido. Sin duda se trataba de una intervención en algún tipo de chat o un e-mail a todas luces personal. Si bien me pareció bastante patético, consideré que lo mejor era borrarlo y cerrar la boca.

Pero mi hoy jefe, que estaba a mi lado, me vio poner caras raras frente a la pantalla. «¿Qué te pasa, Sue? ¿Es que has visto esto?», me dijo, al tiempo que blandía una copia del sucio texto. Cuando yo llegué, los demás ya habían hecho fotocopias y habían colgado algunas en la pared. Sabían que era obra de Topo. Podéis pensar –como pensé yo– que el autor de semejantes cochinadas, viéndose expuesto al escarnio público, pediría una excedencia indefinida o, al menos, se echaría a llorar en un rincón. Nada más lejos de la realidad. Topo se lo tomó con humor, contó anécdotas en las que, supuestamente, sus amigos se tiraban a supermodelos conocidas a través de internet y reclamó su derecho a intentarlo. De hecho, nadie se había escandalizado. Y es que en la fábrica de tornillos el putiferio más diverso estaba (y está, aunque ya no es lo que era) a la orden del día.

A la semana de estar aquí ya conocía numerosas relaciones extramatrimoniales de los peces más gordos de la empresa. Parejas que se hacían y se deshacían en fiestas corporativas, historias raritas en los servicios, amantes fijas, orientaciones de todo tipo... me pasé varios días repitiendo «qué fuerte» a cada paso. Yo creía que ciertas cosas sólo pasaban en las series españolas, pero no. A medida que pasaba el tiempo ya nada me llamaba la atención. Sólo me pareció algo despiadada la broma que le gastaron a un currito amigo mío, cuando estaba a punto de casarse. El día después de una fiesta en la que terminó un poco perjudicado por las copas, sus compañeros le empezaron a decir «cómo te pasaste anoche, qué fuerrrrte» y le convencieron de que la noche anterior había tirado los trastos hasta la saciedad a una becaria de buen ver y que ella, incluso, había accedido a sus pretensiones. Tal fue el acoso psicológico que el tío se lo creyó y fue a pedir disculpas a la chica, que declaró atónita no conocerle de nada.

Así que nadie se iba a echar las manos a la cabeza por el mensaje de Topo. De hecho, al final, su interlocutora resultó ser el personaje creado por tres tipas del propio trabajo que se divertían a su costa. Sólo nuestro antiguo jefe se atrevió a darle un sabio consejo: «Nunca por escrito, Topo, nunca por escrito».

Sue.

Sue y la fábrica de tornillos (I)

No soy yanki ni filoyanki, pero el 4 de julio es un día especial para mi. Ese día, hace hoy seis años, puse el pie por primera vez en esta cueva del averno a la que llamo «mi trabajo». Bueno, en realidad había puesto el pie días antes, cuando acudí a «la entrevista», por llamarla de alguna manera. Entré como humilde becaria y aquí me tenéis: seis años después soy una mísera esclava con hipoteca incorporada.

Pero no me quejo. Estos aniversarios son para recordar las cosas buenas o graciosas, de las malas ya me acuerdo a diario. Recuerdo que llegué por la tarde porque, el día de la entrevista, el que sería mi primer jefe en la empresa me dijo que me presentara «a una hora taurina». Con esta desconcertante orden, consulté a varios aficionados a la tauromaquia y concluí que eso era por la tarde. Primer error. Cuando atravesé la puerta mi primer jefe bramó «¡Pero tú no te incorporabas hoy!» Imagináos qué golpe hubiera sido para una pobre chica de 20 años dispuesta a arrastrarse por agradar el primer día de trabajo. Por suerte yo no era esa pobre chica, y saqué mi dosis de mala leche a relucir. «Usted me dijo que viniera por la tarde». «Falso. Nunca, nunca por la tarde. Y no me llames de usted», respondió a grandes voces.

En ese momento lo observé. Calculé que tendría unos 60 años y que me iba a dar un veranito fino. Al final, resultó tener 45 (muy mal llevados) y, pese a sus berrinches y a que, en efecto, me dio p’al pelo, fue uno de los veranos más divertidos que he pasado. A pesar del horario infernal, me encantaba el trabajo. Había entrado allí en parte por mediación de G., que era becario desde hacía dos meses, en parte por la cara dura que le echamos Arbusto, Cler y yo y, en parte, por la alarmante falta de personal y de vergüenza de la empresa, que le hacía dejar en manos de veinteañeros sin experiencia los asuntos más diversos. Arbusto finalmente tuvo ojo y nunca llegó a currar en este antro, Cler por un tiempo muy breve y G. aún trabaja para la Familia, aunque fuera de Madrid.

Como digo, me gustaba el curro porque me sentía útil. No era una apreciación mía: realmente lo era porque todo cristo estaba de vacaciones y, de lo malo, malo, ahí estaba yo para lo que hiciera falta. Poco a poco fui conociendo a la fauna que hay aquí. El primer día completo fui a comer con G. y con los de su sección, que no era la mía. Entre ellos estaba mi hoy vecino VL. Una pandilla de raros de pelotas, pero me cayeron bien. Poco después conocí a la que sería novia de VL, ML, una de las tías con las que más me he reído y con la que espero retomar la relación ahora que vamos a ser vecinas íntimas (como dice la madre de Manolito Gafotas).

Días más tarde conocí a otro personaje antológico: Topo. Era el segundo becario de mi sección. Me habían informado de su llegada y contaba los días para tener alguien con quien compartir la parte más baja de la cadena de montaje. Cuando me lo presentaron intenté recibirle con los brazos abiertos, pero años más tarde él me aseguró que yo puse cara de asco al verle. No era mi intención, pero lo cierto es que buena parte del verano me la pasé discutiendo con él. Era vago, chapucero y tocapelotas. Pero, cosas del roce, al final es el mejor compañero que he tenido y un buen amigo. La persona de quien más me fío de este antro (sin que se ofendan las dos que tienen acceso a mi blog).

Así fueron pasando los días. Estaba en Madrid, había renunciado a todo atisbo de vacación; D. y algunos de mis amigos también curraban todo el verano, pero mi familia había huído. La combinación perfecta para salir todas las noches. Llegaba a casa a las 4 de la mañana el día que más pronto y ponía la lavadora borracha. Me levantaba, tendía y me iba a trabajar. Así, tres meses. Si me meto esa paliza ahora me tienen que hospitalizar al tercer día. Mis amigos, tres cuartos de lo mismo. Aún recuerdo la impagable escena de G. escondido debajo de una mesa, durmiendo en el suelo mientras su jefe no estaba.

Conocí a mucha más gente ese verano, también hubo ratos chungos, me fui llorando a casa alguna vez, metí la pata e hice barrabasadas, pero en líneas generales debieron quedarse contentos, porque no me dejaron largarme y aquí sigo.

Sue

Saturday, July 01, 2006

Chascarrillos del Orgullo 2006

Nunca he sido especialmente mariliendres. Los gays no me caen mejor ni peor que el resto de la gente. Entre mis amigos/as más cercanos no hay ningún homosexual, aunque sí tengo varios compañeros de trabajo y algún que otro familiar con los que me llevo bien. Eso no me impide celebrar el Orgullo Gay de la misma manera que celebro las fiestas patronales de Villatripas de Abajo. Aunque, todo sea dicho, me cansa un poco Chueca y su aglomeración. Pero a lo que vamos, que sólo escribo este post para no ser tachada de poco actualizadora y para contaros la conversación tuve ayer con CansinoGay, un tío muy pesado con el que hablo a menudo por temas de curro.

¡Ring, ring! (esto es el teléfono)
-¿Sí?
-Hola Sue, ¿qué tal?
-Muy bien, Cansino, cuánto tiempo.
-Llamaba para invitarte esta noche a tomar una copa en el Museo Chicote, que celebramos la fiesta de transexuales que tuvo que ser suspendida por amenazas ultraderechistas [CansinoGay siempre habla así]. Es a las ocho.
-¿Amenazas? Vaya, como suena eso. En fin, te lo agradezco y me gustaría, pero a las ocho estoy trabajando.
.-Bueno, pues a las 10.
-Lo intentaré, pero no creo que pueda. Si fuera mañana sí.
-¿Vas a venir a la manifestación? He oído que en los hoteles de Gran Vía no hay ni una plaza libre.
-Cansino, ¿cuándo hay una plaza libre en los hoteles de Gran Vía? Bueno, chato, que no, que te mando a Orujix, pero yo tengo que trabajar aquí. Sólo me acercaré a Chueca, a lo mejor, por la noche.
-Entonces va Orujix, ¿Va a venir con la carroza de tu empresa? jijijijiji...
-Oye, Cansino, tío ¿qué te has creído? Mi empresa será un poco conservadora, sí, pero aquí también trabajan gays y lesbianas, como en todas partes.
-Así que tienes muchos compañeros gays, ¿no?
-Sí, así es.
-Sue... ¿te puedo hacer una pregunta? Si no quieres, no contestes.
-Pregunta lo que quieras.
-Tu jefe es gay, ¿verdad?
-¡¡JAJAJAJA!! No, ja, ja, ¿cómo se te ha ocurrido?
-Me lo parece, de hablar con él por teléfono.
-No, tío, está casado (con una mujer) y tiene un hijo.
-Sí, pero... no sé. He observado que tiene lo que llamamos un «tono de tensión de ambiente gay».
-¿Te refieres a que el ambiente aquí es gay?
-No, es él el que parece gay. ¿Estás segura de que no lo es?
-Cansino, fuma bisonte y bebe whisky Dyc.
-Ah, bueno. ¿Y hay algún homosexual en tu sección?
-Venga, tío, déjalo ya.
-Bueno, no se lo digas a tu jefe, ¿eh?

Ahí acabó. Por supuesto, se lo conté al jefe y a todo el que me quiso escuchar, para solaz de mis compañeros. El jefe me dijo «Yo le pongo» y yo le contesté «anda ya, ¿te has mirado a un espejo». Pero el caso es que él sólo conoce a Cansino de hablar por teléfono. «Oh, ahora cuadra todo. Una vez me preguntó por teléfono que si yo estaba cachas», concluyó el capataz. Si hoy (sábado) me encuentro a Cansino por Chueca le llevaré una foto, a ver si se le olvida el tema.

(((QUIZÁ ESTE FINAL DE POST SE AUTODESTRUYA)))

Sue.