Monday, November 26, 2007

"Take on me"

Bueno, vamos a animar un poco el otoño con musiquilla. Hace tiempo pensé dedicar un post a este videoclip de A-ha y, la verdad, no estoy segura de si lo llegué a hacer. No tengo ganas de comprobarlo, así que pido disculpas si me repito.

Pues nada, aquí os dejo uno de los mejores vídeoclips de los 80. Cuando lo vi por primera vez, yo era niña que veía los sábados 'La bola de cristal' y leía muchos cómics y tebeos, y me pareció el más original que había visto en mi corta vida. Hoy, con unos cuantos años más encima y viendo la evolución del videoclip hacia coreografías de chicas convulsas enseñando cacha, sigo pensando lo mismo.



Y aquí tenéis a Chris Griffin, el adolescente tontón de Family Guy (Padre de familia), protagonizando su propia versión.

Friday, November 16, 2007

Yoga para olvidar

¿Sorprendidos de la actualización? No puedo decir que a partir de ahora las cosas van a cambiar mucho en este blog y que va a mantenerse al día. No. Lo que pasa es que hoy (por fin) no trabajo, estoy en casa y, en tanto que D. no salga del curro, no nos iremos a pasar un fin de semana alcohólico y pantagruélico en Ávila con otros veintitantos individuos. Por ahora no tengo nada que hacer. Las opciones son limpiar mi chabola, que buena falta le hace, o actualizar el blog. Pero, ¿para qué voy a limpiar, si no voy a disfrutar de la casa hasta el domingo? Así que os cuento algunas de las cosas que me pasan últimamente.

Otro de los motivos por los que no tengo nada que hacer es porque D. se ha llevado mi coche. Sí, tengo coche, y muy bonito, por si no lo sabíais, es una de las cosas que más feliz me hacen, porque eso me evita mover el culo en muchas ocasiones. El problema es que el carro no es realmente mío, sólo lo usufructúo hasta que mi cuñado termine de construir una cárcel en el p*to culo del mundo. Como eso no va a ocurrir de momento, estoy tranquila. El problema es que el otro día llegó una carta en la que decía que tengo que pasar la ITV. Desde entonces, el coche se está autodestruyendo por momentos. A parte de la cerradura rota y un generoso raspón que lleva mi firma, el intermitente izquierdo se ha jodido y, ayer mismo, nuestro amigo Froski, también llamado Hulk, se quedó con la palanquita que mueve el asiento de delante en la mano, inutilizando para los restos el mecanismo. D. no me dice nada, pero me echa miradas sombrías. En sus ojos puedo leer "hasta que no cogiste tú el coche, perra del demonio, estaba perfecto".

De momento, me conformo con seguir con la calma tensa. Para relajarme, como decía en la entrada anterior, voy a yoga. Algunos de mis amigos-lectores recordarán cómo nos reímos de nuestra amiga de la facultad CS seis años atrás cuando nos comunicó que iba a practicar este sano ejercicio. Cómo hicimos sangre, cómo nos burlamos, cómo, cómo, cómo. Hace un año, G., uno de los más crueles, descubrió el yoga como medio para salir de un bache chungo en el que había caído, y me lo recomendó. Entonces no hice sangre, porque G. no estaba muy bien, pero para mis adentros pensé "lo que hay que ver para no estar ciega". Pero, no me preguntéis cómo, en septiembre me vi a mi misma apuntándome a Yoga Hatha nivel 2 en el centro cultural de mi barrio. Muy ama de casa, si no fuera porque eso lo hago antes de currar de 10 a 12 horas. Y la sorpresa es que me ha gustado. Incluso, reíros, creo que se me va a poner tabletilla de chocolate de tanto contraer el abdomen. Aunque el primer día me espanté un poco por la media de edad de mis compañeras y los motivos floridos de las toallas sobre las que hacen su saludo al sol, el caso es que luego me gustó: haces ejercicio y te relajas. Así que viva el yoga.

Y nada, esta es la explicación a mi nueva afición, aunque todo sea dicho, estoy valorando si renovar el trimestre que viene, porque lo de levantarme a esas horas me mata. Ya os informaré de mis progresos.

Saturday, November 10, 2007

Superstición-à-porter

Ahora que tengo algo más de panoja para comprar ropa, casi no tengo tiempo para ir de compras y, además, me he dado cuenta de que soy desastrosa por naturaleza. No me gustan los tacones, ni los trajes ni las camisas, ni los abrigos que no abrigan, ni los bikinis de cordelillo, ni pintarme como una puerta, ni peinarme. Así que he llegado a la conclusión de que nunca seré una tía elegante, qué le vamos a hacer.

Nunca podré ser como Lili, una compañera de la fábrica que se ha convertido en niña bonita de la jerarquía a base de darse mechas rubias, reír las gracias y de su gran secreto: nunca repite modelito. Ella misma admite que TODOS los días del año va de compras. G. lo pudo comprobar cuando le preguntó dónde se había comprado un modeli, para regalarle uno igual a su novia, y Lili se ofreció para comprarlo ella misma porque TODOS los días va de tiendukis.

Pero, como a toda hija de vecino, a mi también me gusta comprarme algún trapo cuando tengo un ratillo. El caso es que tengo un problema añadido a la falta de elegancia natural: la ropa nueva me da mala suerte. Y cuanto más glamour tiene, más gafe resulta ser. El último episodio ocurrió hace un par de semanas. Llevaba un vestido nuevo de lo más moderno y pasé uno de los peores días que recuerdo en la fábrica. Toda la ira de los jerarcas cayó sobre mí sin motivo ninguno. Hoy, que viene Cler y vamos a salir por ahí, habría sido un buen día para lucirlo, pero no, no me he atrevido, porque trabajo y nunca se sabe qué h*stias te pueden caer. Así que me he puesto uno también muy chuli, pero de la temporada pasada.

Porque lo bueno de la maldición de la ropa nueva es que, cuando se hace vieja, deja de traer mal fario. Lo comprobé también hace unos días. Necesitaba un par de calcetines sin agujerear para ir a clase de yoga. No es que mis compañeras sean unas fashion victims, la pensión no les da para tanto, pero enseñar el dedo gordo del pie en noviembre no está bien visto. El caso es que en el cajón sólo había un par de calcetines amarillos. Los compré hace dos años, pero como eran amarillos no me los había puesto ni una sola vez, por eso de que eran amarillos, y habían envejecido vírgenes. Me los puse a regañadientes y resultó ser un día estupendo.

Estoy para encerrar, ya lo sé.

Friday, November 02, 2007

Más sobre el p*to otoño


Continua sensación de cansancio, dificultades para concentrarse en el trabajo, necesidad de dormir más de lo habitual, necesidad de tomar alimentos más energéticos... Por lo que he encontrado en google, todo eso junto tiene un nombre: astenia otoñal, y no soy la única que la padece.

Últimamente en mi curro estamos todos de capa caída, desganados, adormecidos, como si nos hubiera picado la mosca tse-tsé o como si hubieran puesto algo en el asqueroso café que hay en la oficina. Todos le echamos la culpa al tiempo, que está muy tonto, y lo mismo hace frío que calor. Algunos días llueve. Hace poco estuvimos sin ver luz del sol durante varios días. Anochece antes. Esto es un asco.

Cada semana me levanto más tarde que la anterior (son las ventajas de no tener un horario fijo. El inconveniente: que tengo que echar mis 8 horas independientemente de la hora a la que llegue, con lo cual salgo más tarde y más atontada). Esta semana me he superado: ni siquiera he reconocido el sonido de mi despertador. Utilizo mi móvil como alarma, para lo cual tengo puesta una cancioncilla que nunca llego a oír entera porque la apago en los primeros acordes. Eso no significa que me levante de un salto de la cama, jeje. Pongo el móvil en modo "snooze" y me vuelve a sonar a los 10 minutos.

A lo que iba: esta mañana me he despertado oyendo una canción que no conocía a todo trapo, por lo que he maldecido a los vecinos por poner la música tan alta y tan... temprano (ejem). Por supuesto, era la parte de mi canción-alarma que nunca llego a oír, pero he necesitado medio minuto para darme cuenta.

Por supuesto, me he pasado el día durmiéndome por los rincones, as usual.

En fin, menos mal que ya es viernes, aunque sé que los que estáis en España tenéis puente, malditos.

Aish, qué ganas de que venga ya el duro invierno en Kabul, a ver si los -20ºC me mantienen despierta...