¿Sorprendidos de la actualización? No puedo decir que a partir de ahora las cosas van a cambiar mucho en este blog y que va a mantenerse al día. No. Lo que pasa es que hoy (por fin) no trabajo, estoy en casa y, en tanto que D. no salga del curro, no nos iremos a pasar un fin de semana alcohólico y pantagruélico en Ávila con otros veintitantos individuos. Por ahora no tengo nada que hacer. Las opciones son limpiar mi chabola, que buena falta le hace, o actualizar el blog. Pero, ¿para qué voy a limpiar, si no voy a disfrutar de la casa hasta el domingo? Así que os cuento algunas de las cosas que me pasan últimamente.
Otro de los motivos por los que no tengo nada que hacer es porque D. se ha llevado mi coche. Sí, tengo coche, y muy bonito, por si no lo sabíais, es una de las cosas que más feliz me hacen, porque eso me evita mover el culo en muchas ocasiones. El problema es que el carro no es realmente mío, sólo lo usufructúo hasta que mi cuñado termine de construir una cárcel en el p*to culo del mundo. Como eso no va a ocurrir de momento, estoy tranquila. El problema es que el otro día llegó una carta en la que decía que tengo que pasar la ITV. Desde entonces, el coche se está autodestruyendo por momentos. A parte de la cerradura rota y un generoso raspón que lleva mi firma, el intermitente izquierdo se ha jodido y, ayer mismo, nuestro amigo Froski, también llamado Hulk, se quedó con la palanquita que mueve el asiento de delante en la mano, inutilizando para los restos el mecanismo. D. no me dice nada, pero me echa miradas sombrías. En sus ojos puedo leer "hasta que no cogiste tú el coche, perra del demonio, estaba perfecto".
De momento, me conformo con seguir con la calma tensa. Para relajarme, como decía en la entrada anterior, voy a yoga. Algunos de mis amigos-lectores recordarán cómo nos reímos de nuestra amiga de la facultad CS seis años atrás cuando nos comunicó que iba a practicar este sano ejercicio. Cómo hicimos sangre, cómo nos burlamos, cómo, cómo, cómo. Hace un año, G., uno de los más crueles, descubrió el yoga como medio para salir de un bache chungo en el que había caído, y me lo recomendó. Entonces no hice sangre, porque G. no estaba muy bien, pero para mis adentros pensé "lo que hay que ver para no estar ciega". Pero, no me preguntéis cómo, en septiembre me vi a mi misma apuntándome a Yoga Hatha nivel 2 en el centro cultural de mi barrio. Muy ama de casa, si no fuera porque eso lo hago antes de currar de 10 a 12 horas. Y la sorpresa es que me ha gustado. Incluso, reíros, creo que se me va a poner tabletilla de chocolate de tanto contraer el abdomen. Aunque el primer día me espanté un poco por la media de edad de mis compañeras y los motivos floridos de las toallas sobre las que hacen su saludo al sol, el caso es que luego me gustó: haces ejercicio y te relajas. Así que viva el yoga.
Y nada, esta es la explicación a mi nueva afición, aunque todo sea dicho, estoy valorando si renovar el trimestre que viene, porque lo de levantarme a esas horas me mata. Ya os informaré de mis progresos.