Lo prometido es deuda. He estado en Benidorm este fin de semana. Una estancia en un hotel en... segunda línea de playa con todos los gastos pagados. ¿Cuál ha sido el motivo de tan ochentero viaje? Lo confesaré: la final del campeonato nacional de dardos electrónicos. Sí, pertenezco a un equipo de dardos, todos tenemos secretos. Yo no jugué, porque mi puesto es de suplente-sólo-para-casos-de-extrema-emergencia. Así que me dediqué a beber y a observar, sobre todo.
El papel de mi equipo en el campeonato fue más que digno. En el grupo B (los segundos de cinco categorías), llegó a pasar, incluso, la primera ronda. Un contratiempo, porque el plan era perder rápido e ir a dar una vuelta. Pero hubo tiempo para todo. Así pude constatar que Benidorm es tal y como os lo imagináis. No hay sorpresas: jubilados ingleses que pasean a pecho descubierto, minigolf, happy hours de noche y, de día, carteles con fotos de gigantescos helados con bengalas y sombrillas. Así que, aunque prometí un relato pormenorizado, poco más puedo decir de esta ciudad de los rascacielos anclada en una peli del destape.
Como mucho, destacar nuestra salida nocturna: D. (que también está en el equipo) y sus amigos fueron a Benidorm cuando tenían 14 o 15 años, en su primer viaje juntos. 15 años después, sentían nostalgia y decidieron encontrar esos bares y discotecas donde comenzaron su carrera alcohólica. Los encontramos, vaya si los encontramos, pero nos dio tanto miedo que tuvimos que huir.
En fin, puede que este pueblo tenga una zona moderna o agradable, pero no es fácil de encontrar. No preocuparse, de todos modos, que yo me lo paso teta en cualquier parte. De hecho, me habría quedado un día más si no fuera por las elecciones. No es que tuviera que ir a votar, que no fui por falta de tiempo, es que el domingo tenía que trabajar. Gajes de los fabricantes de tornillos. La noche electoral, como sabéis, fue un coñazo auténtico, con el más aburrido de los resultados: el PSOE sube, pero no tiene mayoría absoluta y yo no gano la porra que hice hace un mes; el PP sube también, lo que le da a Rajoy un nuevo clavo ardiendo para agarrarse y no dimitir, el muy gañán. IU se da el h*stión y el escaño de Rosa Díez ya no es una sorpresa para nadie. Nuevos debates sobre lo injustísimo de nuestro sistema electoral y sobre cómo, una vez más, la gente de Madrid llevamos las de perder en todo en esta vida: la selectividad es más difícil, los precios son más caros, todo está más lejos, tu voto vale menos y, si te presentas a un reality, nunca te votarán en masa, como a los canarios. El descalabro de los cantamañanas de ERC es lo único que salva un poco el tema.
Y ese ha sido mi fin de semana. Hoy, que no trabajo, voy a dedicar el día a hacerme una fuente de torrijas y a comérmela seguidamente, a ver si me recupero un poco.