Hola, amigos. Soy consciente de que éste, vuestro blog, está en franca decadencia esta temporada. Con las vidas tan perras que llevamos Copycat y servidora es difícil hacer algo por remediarlo. En mi caso concreto, últimamente hago pocas cosas dignas de mención, mayormente trabajar e ir a bodas. Así que éste es el material que tengo para entreteneros mientras os escaqueáis del curro. Qué se le va a hacer.
Y trabajo y bodorrio se unieron en el penúltimo enlace de la temporada: Desdeleconomato y Parlaman. Desde quería hacer un cocktail en el Rich, pero su madre, al enterarse, puso el grito en el cielo e impuso (como debe ser) un bodorrio castellano, con dulzainas y todo, bajo el lema "de lo del grillo, poquillo". Nos abastecimos de producto cárnico para dos meses, pero todo muy bien, copazos incluidos.
Y lo mejor fueron los invitados. Nunca antes había visto juntos a tantos y tan dispares fabricantes de tornillos. Había gente de todas las fábricas nacionales. De hecho, los novios pertenecen cada uno a una facción extrema de la fabricación de tornillos española. Para que me entendáis, como si se casaran Esperanza Aguirre y Gaspar Llamazares y vinieran todos sus coleguitas. Los que no eran del gremio, como el propio D., temían que semejante reunión acabara en contienda a la media hora de empezar la barra libre. Pero ellos no saben que los fabricantes de tornillos, aunque somos unos hijos de p*ta en general con todo el mundo, somos muy buenos compañeros, sobre todo de bar. Y quien diga lo contrario, miente. Esto siempre me hace pensar que, probablemente, ocurre igual entre los políticos y en todas partes y que, en definitiva, todo es mentira. Así que no os creáis nada.
Entre esta amalgama de gentes había, sin embargo, algún rostro especialmente antipático. Más en concreto, el de la jefa de personal de mi fábrica (vaya sorpresita, Desde). La tipa está liada con un fulano que a su vez es amigo del novio. Cuando la vi casi se me cae el alma a los pies. Iba elegantísima, con su pelo refrito y con una especie de tela de araña con brillos por encima de su vestido negro de los chinos. Qué visión más espeluznante. Mientras yo me hacía cruces para no tener que compartir mesa con semejante ser, mi compañero Topo maquinaba cómo sacar algo positivo de esta presencia. "En cuanto se beba dos copas", me dijo, "la plaza de aparcamiento por la que luchábamos será nuestra". Dicho y hecho. O, al menos, intentado. Después de la chapa que le metió Topo, estoy segura de que ambos dos hemos entrado en una lista negra para no tener plaza de parking en la vida, pero al menos la muy petarda tuvo que aguantarnos.
Que le sirva de escarmiento a todos los jefes hijop*tas: que no piensen que al salir del trabajo se pueden tomar copas con sus esbirros como si tal cosa sin que éstos les den la brasa. Otro jefe con el que compartí copazos fue mi ex jefe, JCS. Pese al odio que le he tenido, éste sí es un tipo con el que te puedes divertir en un sarao de estos. A pesar de que, nada más llegar, la perra de Orujix le recordó, por si no se acordaba, que yo no le invité a mi propia boda, el tipo se mostró bastante simpático. Y fue divertido, cuando preguntó por muchos de los becarios a los que él consideraba poco menos que borderlines, decirle que ahora triunfaban por ahí, algunos más que él mismo. Otro escarmiento para jefes. Y el tercer escarmiento, éste para mi misma: nunca te bebas una decena de copas si trabajas al día siguiente.
Y no, Quic, tienes razón: de una boda no sale otra boda. Si acaso, material para los confidenciales...