Desde mi tejado
Somos Copycat y Sue. Utilizamos este blog para comentar noticias, hablar de cosas curiosas y, en general, de lo que nos da la gana. Para los despistados: firmamos nuestros textos al final. Se admiten comentarios de todo tipo, aunque las críticas serán pisoteadas sin piedad. Purrrrrrrr...
Sunday, November 26, 2006
Tuesday, November 21, 2006
Sombra aquí, sombra allá
Tengo una madre muy guapa. Como todas las madres, pero la mía más (juá, juá). Es muy coqueta y le gusta cuidarse. Desde jovencita, cada día, mañana y tarde, lleva a cabo su ritual de limpieza de cutis + maquillaje (o desmaquillaje) con todo tipo de potingues de las principales marcas del mercado. Nunca me pareció mal hasta que empezó a darme la tabarra con que tenía que seguir su ejemplo.
Cuando cumplí 15 años, me regaló un kit de hidratante y loción “para pieles jóvenes” de Vichy, sin saber todavía que su niña, para estar cosas, es bastante dejadita. Lo supo un par de años después, cuando haciendo limpieza en mi cuarto aparecieron las cremas casi sin estrenar y rancias.
Ha probado a darme muestras para “picarme”, a comprarme cremas antienvejecimiento que me provocaban reacción (y hablo de Roc, L’oreal, Guerlain y todas esas, eh?). Ha probado hasta con la estrategia del terror, consistente en leerme un futuro lleno de arrugas a los 35. Y nada, yo sigo en mis trece. Uno de mis argumentos es que paso de sentarme 20 minutos a echarme, una detrás de otra: crema desmaquilladora – loción limpiadora – crema hidratante – tónico refrescante – crema anti-edad – contorno de ojos – etc, etc. El otro, que la industria cosmética mueve millones de millones al año a costa de vender el milagro de la juventud eterna. Polifenoles, vitaminas, moléculas de oxígeno, células de placenta… cada día se inventan un ingrediente mágico que, supuestamente, frena el envejecimiento. Puro humo.
Yo lo tengo claro, la única solución es dormir bien, comer bien e hidratarse la piel con una cremita normal y corriente. El resto es genética, y te jodes (sin asteriscos).
Al margen de los cuidados del cutis, mi madre es muy pesada con el tema del maquillaje para quitarme “esta cara de muerta”. Sí, amigos, tengo pinta de jovenzuela, pero también tengo la cara muy delgada y ojeras. Hasta ahora, mi única solución era ponerme morenita, pero claro, ya no tengo tantas vacaciones como cuando era estudiante y encima no me gusta la playa. Lo del maquillaje de fondo ni se me ocurre. Cuando lo he intentado he acabado pareciendo un indio, con toda la cara llena de restregones.
Sí se me da mejor pintarme los ojos, pero sin maquillaje de fondo parezco gótica. Además, llevo lentillas y tiendo a restregarme mucho los ojos para aclararlos. Que no, vaya.
Para intentar convencer a mi madre de que me deje en paz, le digo que ninguna de mis amigas ni ninguna de las chicas de mi edad que conozco van maquilladas. Ni siquiera mis actuales compañeras de curro, a este lado del Atlántico, lo cual es muy curioso.
Sin embargo, reconozco que el maquillaje me queda genial. Hace un par de años me maquilló una profesional de la TV y no daba crédito. En cinco minutos, con un par de retoques, me dejó espectacular. Está mal que yo lo diga, pero es la verdad: estas tías te dejan impresionante, y encima parece que no llevas nada.
Cuando sea mayor, voy a contratar a una maquilladora (y también una chacha, como Att y Quic, que yo también estoy harta de tanto frotar).
CC.
Cuando cumplí 15 años, me regaló un kit de hidratante y loción “para pieles jóvenes” de Vichy, sin saber todavía que su niña, para estar cosas, es bastante dejadita. Lo supo un par de años después, cuando haciendo limpieza en mi cuarto aparecieron las cremas casi sin estrenar y rancias.
Ha probado a darme muestras para “picarme”, a comprarme cremas antienvejecimiento que me provocaban reacción (y hablo de Roc, L’oreal, Guerlain y todas esas, eh?). Ha probado hasta con la estrategia del terror, consistente en leerme un futuro lleno de arrugas a los 35. Y nada, yo sigo en mis trece. Uno de mis argumentos es que paso de sentarme 20 minutos a echarme, una detrás de otra: crema desmaquilladora – loción limpiadora – crema hidratante – tónico refrescante – crema anti-edad – contorno de ojos – etc, etc. El otro, que la industria cosmética mueve millones de millones al año a costa de vender el milagro de la juventud eterna. Polifenoles, vitaminas, moléculas de oxígeno, células de placenta… cada día se inventan un ingrediente mágico que, supuestamente, frena el envejecimiento. Puro humo.
Yo lo tengo claro, la única solución es dormir bien, comer bien e hidratarse la piel con una cremita normal y corriente. El resto es genética, y te jodes (sin asteriscos).
Al margen de los cuidados del cutis, mi madre es muy pesada con el tema del maquillaje para quitarme “esta cara de muerta”. Sí, amigos, tengo pinta de jovenzuela, pero también tengo la cara muy delgada y ojeras. Hasta ahora, mi única solución era ponerme morenita, pero claro, ya no tengo tantas vacaciones como cuando era estudiante y encima no me gusta la playa. Lo del maquillaje de fondo ni se me ocurre. Cuando lo he intentado he acabado pareciendo un indio, con toda la cara llena de restregones.
Sí se me da mejor pintarme los ojos, pero sin maquillaje de fondo parezco gótica. Además, llevo lentillas y tiendo a restregarme mucho los ojos para aclararlos. Que no, vaya.
Para intentar convencer a mi madre de que me deje en paz, le digo que ninguna de mis amigas ni ninguna de las chicas de mi edad que conozco van maquilladas. Ni siquiera mis actuales compañeras de curro, a este lado del Atlántico, lo cual es muy curioso.
Sin embargo, reconozco que el maquillaje me queda genial. Hace un par de años me maquilló una profesional de la TV y no daba crédito. En cinco minutos, con un par de retoques, me dejó espectacular. Está mal que yo lo diga, pero es la verdad: estas tías te dejan impresionante, y encima parece que no llevas nada.
Cuando sea mayor, voy a contratar a una maquilladora (y también una chacha, como Att y Quic, que yo también estoy harta de tanto frotar).
CC.
Monday, November 13, 2006
El cerrajero
Este post es para solidarizarme con mi compañera de blog, a la que iba a escribir un comment pero, como me enrollo tanto, he decidido marcarme una nueva entrada y de paso actualizo.
Pues sí, Sue, ya que la posibilidad de que reaparezca tu bolso es bastante remota (aunque no imposible, conozco casos), solo me queda desearles a esas zorrupias que les salga un herpes genital que les dure hasta la Navidad del año que viene, por ladronzuelas hijasdesup*tamadre.
Sé que no sirve de mucho consuelo decir que a mí nunca me han robado. Lo digo con la boca pequeña por si mañana mismo se me cruza un chorizo y me deja con cara de tonta, pero vamos, después de haber vivido en ciudades con gran número de rateros por metro cuadrado he salido indemne… hasta la fecha.
De todas formas, puedo entender la sensación que te tiene que dar cuando vas a echar mano y esa extensión de tu cuerpo que es el bolso no está. Salvando las distancias, supongo que debe ser algo parecido a cuando vives sola y se te olvidan las llaves de tu casa.
Eso mismo me pasó hace años, cuando una mañana decidí bajar al súper antes de irme a currar. No se me ocurrió idea mejor que coger el monedero y las llaves, en lugar del bolso entero, así que bajé, hice mi compra, y cuando fui a sacar las llaves del bolsillo… me las había dejado en la mesa del salón. Vale, no me habían robado el bolso, pero la cara de imbécil que se te queda no tiene precio.
Llamé a mi vecina, con la que compartía patio interior separado por una pared no muy alta, y la muy cabrona no estaba. Fui a casa de otra vecina y llamamos a un cerrajero, que vino al cabo de una hora y me dijo: “Quédate aquí porque no puedes ver lo que voy a hacer”. “¿Por qué?”, pregunté. “Porque la gente se suele poner nerviosa al verme trastear las cerraduras, que si rayo la puerta y tal, así que mejor te quedas con tu vecina y no me molestas”. “Pos fale”, dije yo.
En 30 segundos, el pollo estaba de vuelta. “Ya lo tienes. Son 5.000”, me soltó. Puse mi segunda cara de idiota del día (¿cinco mil por 30 seg. de curro? Yo quiero ser cerrajera), pero la tercera vino cuando conté en mi trabajo por qué llegaba tan tarde y me explicaron que los cerrajeros abren las puertas deslizando una tarjeta de crédito o similar. Por eso no quería que mirase, el muy ratero.
CC.
Saturday, November 11, 2006
Robo
Perdón, pero tengo que empezar este post cagándome en mi puta vida sin asteriscos. Me han robado el bolso: no lo hay más mongui que yo. Ha sido en una zapatería y, ironías de la vida, le estaba diciendo a mi madre: "¿no crees que estas botas pegan muy bien con este bolso que llevo?" Así que he soltado un momento el bolso para probarme la bota y, cuando ya estaban pagadas, me he dado cuenta de que ya no tenía con qué ponérmelas. Las autoras de semejante fechoría han sido, sin duda, un grupo de quinceañeras p*tas que por allí pasaban.
Después de ser tildada de oligofrénica por mi progenitora y de anular todo, he salido cabizbaja a la calle. He empezado a hacer un inventario mental de lo que me habían robado: por suerte tenía puestas las gafas y no llevaba ni un duro en efectivo, pero sí mi amado móvil, del que D. siempre dice que lo quiero más que a él, mi cartera megapija Lacoste, las llaves de mis dos casas y abundante documentación, amén de "Los últimos días de Pompeya" (sí, ¿qué pasa? también me gusta la novela histórica), mi Moleskine con un montón cosas apuntadas y tarjetas de gente con la que he comido esta semana. El bolso en sí me lo regalaron mis amigos (elegido por Cler) por mi cumpleaños, y también tiene su valor. Y ahí me he dado cuenta de que robando el bolso a alguien conoces hasta el último detalle de su vida. Saben dónde vivo, dónde trabajo, quién es mi pareja (con foto y todo), la panoja que manejo y hasta mis gustos y aficiones. J*der, saben hasta la talla de las bragas que me acababa de comprar.
Malditas perras del demonio, llamadme lila, pero violar mi intimidad sí que no tiene precio. Estoy renegada perdida. Se me nota, ¿no?
Sue
Tuesday, November 07, 2006
Aniversario
Lo he vuelto a hacer. He vuelto a olvidar un aniversario, esta vez el de mi propio blog. El pasado 2 de noviembre, este tejado cumplió un año, pero supongo que he estado tan ocupada como cuando olvido los cumpleaños de familiares y amigos.
En mi época estudiantil no se me olvidaba ni una fecha, pero desde que entré en el mercado laboral no sé en qué día vivo. Lamentable. He probado a marcar calendarios, pero como nunca miro el calendario, obviamente, no funciona, jeje. Acabo de descubrir que mi día a día se basa en si es lunes o viernes, o si es jueves y hay puente, y no en si es 27 de octubre o 5 de noviembre.
En fin, no me resulta especialmente emocionante cumplir un año con mi blog y tampoco me planteo hacerle un cambio de imagen, a pesar de las críticas recibidas por parte de algún bloguero envidioso acerca de mi logo (qué le pasa a mi logo, eh?). Por cierto, en mi próximo post hablaré de imagen, precisamente.
Espero que para el próximo 20 de diciembre Sue tenga más memoria que yo y no olvide su primer post aquí. Por cierto, por cuestiones de seguridad se vio obligada a eliminarlo (empezó metiendo caña y claro...).
P.D.- A pesar del olvido, espero vuestras felicitaciones y parabienes vía comment y/o email, que conste :)
CC.
Saturday, November 04, 2006
Muerte a la universidad privada
Este post va dedicado a M. T., una chica encantadora de la que me da mucha pena despedirme.
Los profesores de la universidad me enseñaron muy poquita cosa, y eso que tengo una gran facilidad para aprender cosas, al menos en los inicios. Si me pusiera a estudiar idiomas sería un crack como mi hermana, porque se me pegan muy bien. Eso sí, en cuanto sé hilar dos frases me pongo a soltarlas como un loro y pierdo el interés. Es lo que me pasa con el francés, por ejemplo, que creo que ya sé todo lo que necesito saber para los restos con un aprobado raspado en 1º de la escuela de idiomas. También, pese a mis cinco suspensos, aprendí rápido a conducir. Lo de respetar las preferencias, señales y esos pequeños detalles me costó más. Pero bueno, no es de esto de lo que quería hablar.
El caso es que, si no aprendí mucho en la universidad, al menos sí cambié, creo, y maduré, no por los absurdos contenidos de las asignaturas, sino por los debates en la cafetería, los trabajuchos que encadené, los maratones de «Friends» en la sala naranja y los trabajos entregados a los profes por debajo de la puerta. También por las tardes de buen tiempo en el cesped, los botellones en el anfiteatro (¿por qué llamábamos así a ese sitio?), el Nasti, el Ochoymedio y, sobre todo, mis amigos. Lo normal, supongo. Tuve la suerte de toparme con personas buenas y también brillantes, lo que me abrillanta a mi también, supongo. Por unas cosas o por otras, llegué a la fábrica de tornillos creo que bastante espabilada y muy trabajadora. Después de eso he conocido y he trabajado con cientos de becarios. En estos años he llegado a una conclusión clara: los que han estudiado en universidades públicas son mil veces mejores.
¿Por qué, si no tienen superprácticas con equipos superespecializados, ni profesores que salen por la tele, ni cafeterías a las que no dejan entrar a los obreros, ni nada de nada? Es un misterio, pero cuanto menos pagan por sus estudios, más listos. Más listos y hacen las cosas mucho mejor. Ahora que soy capataz, prefiero un becario de la pública que tres de la privada, así os lo digo. Y ahora resulta que no, que sólo van a llegar de las privadas porque hay convenios y les dan créditos por hacer prácticas. O sea, que encima se sacan media carrera a costa de estar aquí tocándose los huevos. Mientras escribo esto se me llevan los demonios y propongo prohibir las universidades privadas. Yo he ido a un colegio, un instituto y una universidad públicos y he salido muy bien, si un chaval es tonto o vago, que se haga un cursillo del CCC y se ponga a currar, que no es obligatorio ir a la universidad. El que vale, vale y el que no que se joda y no venga aquí a joder a los demás. Que encima les dan clases de inglés en la universidad y no saben traducir un texto de 10 líneas. Y voy yo, con mi nivel de COU y lo entiendo perfectamente. ¿Es que somos de especies diferentes? No. Lo que pasa es que NO ESPABILAN, joder.
Sue