Thursday, December 29, 2005

Listín de apodos

Hace ya algún tiempo, Arbusto escribió una entrada sobre los apodos que se ponen los niños en el colegio. Me río yo de esos motes.

Los que molan de verdad son los de pueblo-pueblo, esos que se heredan como el color de los ojos o la cara de idiota, o aquellos que llegan a sustituir al nombre. En el pueblo de mis abuelos, donde me encuentro, como ya sabéis, “disfrutando” de la navidad, han elevado esta costumbre española a la categoría de listín telefónico.

Sí, lo habéis leído bien. Hace unos 20 años, el excelentísimo ayuntamiento de esta noble villa de 2.000 habitantes censados (para mí que empadronaron también a las ovejas, porque si no, no me lo explico) decidió elaborar un listín municipal con los teléfonos de los habitantes del pueblo. Es tamaño octavilla y sólo tiene 8 páginas. Mis abuelos lo siguen utilizando porque la vista no les llega para buscar en las páginas blancas, aunque algunos de los que aparecen en el listado ya están en el otro barrio.

Como aquí no tengo escáner, me limitaré a transcribir algunos de los motes más notables, con la promesa de dejar en alguna otra ocasión pruebas fehacientes de que el listín existe. Amarillento y manchado, pero existe. He aquí algunas de las categorías de motes que se pueden encontrar:

Familiares. Se transmiten de generación en generación: Ramón el del Huye, Daniel el del Huye, Antonio de la Mellá, Rafael el de Aspilla… Investigaré por qué a alguien se le puede poner “Huye” como mote, aunque lo de la Mellá me lo puedo imaginar.

Dentro de esta categoría se podrían incluir aquellos sobrenombres que no son exactamente apodos, sino que sirven simplemente para recordar de qué familia procedes: Miguel el de Maximino, Pepe el de Rufino, Juan el de la Rosalía… Claro, es que en un pueblo tan grande, si no dices de quién eres, no te ubican (yo lo he sufrido).

Profesionales. La Lanera, Domingo el Juez, Andresito el Mecánico, Domingo el Carpintero, Antonio el Chaparralero, Diego el Albañil, Paco el Sastre, Juan el Sastre (ni uno ni otro son sastres, aunque sí lo era el padre), José el Municipal, Gestoría del Tuti (¿es esto serio, señores?).

Los clásicos. Antonio el Cuevas, Juan el Talero, Juan el Viñas, José el Nene, Fernando el Fotres, Juan el Vizco (sic), Bartolomé el Cuevas, María la Periquina, Pedro el Vinagre, Maruja la del Gato…

Apodos que sustituyen al nombre. Vienen tal cual en el listín, porque ni siquiera la gente del pueblo sabe el nombre ni los apellidos de esas personas (ni les importa): La Kika, el Cadenas, el Cachotío, el Churra, el Gary (Cooper?), el Calvo, el Pocero, el Nines, el Señorito (muy despectivo)… Algunos hablan por sí solos.

Todos estos apodos vienen en el listín telefónico al que tanto cariño tienen mis abuelos y en el que, por supuesto, tienen su hueco. Aunque no es de los más llamativos, afortunadamente, porque luego me toca a mí decir de quién soy cuando me preguntan las viejas por la calle…

CC.

Dábale arroz...


Hola, de nuevo soy Sue. Seré breve. El caso es que hoy, en mi trayecto en transporte público combinado de más de tres cuartos de hora, no disponía de entretenimiento. El libro que estoy leyendo me lo había dejado en el trabajo; mi cd está estropeado y carezco de ipodes (se admiten donativos). Es cierto que llevaba un sudoku arrugado a medio hacer en el bolso, pero era tan enrevesado y absurdo que no tenía ni putas ganas de completarlo. Así que me he dicho "¿por qué no inventas palíndromos?" Ya sabéis, frases capicúa como "dábale arroz a la zorra el abad" (el de la foto no es un abad, pero es lo más parecido que he encontrado). Es un pasatiempo absurdo, pero ¿no lo son los sudokus y el 90 por ciento de lo que leo? Así que me he puesto a la tarea. Y estoy preocupada porque el larguísimo trayecto, y buena parte de mi jornada laboral los he consumido en este quehacer. El resultado, sólo una frase, y traidita por los pelos:

"Odio la tele, letal oído".

A parte de ridícula, la frase es mentira. Aunque, bien pensado, tiene sentido. Si a veces se compara la tele con un ojo, ¿por qué no hacerlo con un oído? Pero eso no es lo que me preocupa. Me preocupa mi incompetencia para sencillos trabajos mentales. ¿Estará mi escasa inteligencia detrás de mi precaria situación laboral? Por eso quiero averiguar si de verdad soy tan lela. Y para ello inauguro el I Concurso Universal de Palíndromos. Si recibo comentarios con frases iguales o peores a la mía, me daré por satisfecha. Si son mejores, empezaré a preocuparme. Y si no tengo comentario ninguno, me declararé campeona universal.

Wednesday, December 28, 2005

Papilla navideña

Hola, soy Copycat y me han quitado una muela.

Vuelvo del medievo para contaros una desgracia más que se suma al hecho de que no me haya tocado ni el reintegro en la lotería del calvo, que haya pasado los últimos días sin Internet y que ni siquiera haya podido ver las típicas películas navideñas que echan en la tele porque mi primo y mi hermano han estado jugando con la Play las 24 horas del día.

Ahora, a tres días de la Nochevieja, me sacan la muela del juicio. Y lo peor es que pasado mañana tengo cena con Quic, Sue, Cler, G, Scotch-Brite, Arbusto y demás gente en Madriz, en un lugar elegido por Quic en el que no sirven precisamente mi comida favorita pero en el que estaba dispuesta a portarme como una campeona.

Pero resulta que el cirujano (y no dentista, porque me han tenido que cortar la encía y todo) no tenía otro día para citarme que el de los Santos Inocentes. Voy a tener que cargar con la inocentada hasta las uvas, momento en el que podré dejar la medicación... "para que puedas brindar con champán", me ha dicho el tío cachondo.

Total, que mi día de hoy ha sido una especie de Hora Chanante continua, porque me he mareado al levantarme de la camilla -soy más blanda que Súper Ñoño- y ahora mismo soy Bocaseca Man por culpa de los algodones.

Lo único positivo de todo esto es que hemos venido a hacer una visita familiar y aquí estoy, enganchada a Internet como una posesa. Pero no he comido, joder, y me esperan tres días de dieta líquida y, lo que es peor, chupar patatas fritas en la cena del viernes. Ni siquiera podré regarlas con cerveza (Quic asegura que habrá barra -o barril- libre), ya que corro el riesgo de quedarme dormida en una esquina del restaurante, y con esta gente es un peligro hacer algo así, que luego se levantan todos, se van de marcha y se olvidan de que te han dejado sola.

Feliz Navidad

CC.

Sunday, December 25, 2005

¿Quién actualiza el blog en Navidad?

Pues Arbusto y servidora. Arbusto porque, según dice, en su familia debe de ser el clásico primo vinagre y pasota que siempre se va a su cuarto a escuchar música. Servidora, porque es una desgraciada y hoy curra. Así que mientras el capullo de mi jefe está en una reunión, procedo a contaros mi nochebuena.
Para mi, el 24 de diciembre siempre transcurre igual, y nunca se me hubiera ocurrido haceros un relato costumbrista. No me parecía interesante. Pero ayer, durante mi tradicional café nochebuenero con Quic, Cler y G. salió a colación un dato que les resultó muy llamativo: la tortilla de lombarda. G., reputado gastrónomo, opinó que ese plato es «de posguerra». Quic dijo que iba a escribir sobre ella en su blog y Cler se mostró también muy sorprendida. Pues no, amigos, la tortilla de lombarda no es un plato de posguerra. Es el pistoletazo de salida para un festival de la grasa y el alcohol que dura hasta Reyes. Consiste en una hierba morada repugnante cuajada en dos huevos por ración. O te la comes, o despídete del langostino y el vinazo.
No es la única tradición en mi casa. También es entrañable despertarse el 24 de diciembre con las voces e insultos que mi padre le dedica a cualquiera de sus hermanos. Así empezó mi día ayer. Acto seguido, fui a los chinos a comprar una flor de pascua. No hay que descuidar el peloteo a la suegra en estas fechas. Desgraciadamente, sólo quedaban dos, y chuchurrías. Escogí la menos mala y me fui. Una vez me hube chutado la dosis de almíbar parejil precisa, comí y me fui al mencionado café. Siempre vamos a la cafetería Colby de la calle Fuencarral, tristemente célebre porque en ella me sustrajeron un bolso repletico de panoja hace dos años. Lejos de no volver, hemos hecho de ese bar un clásico, no me preguntéis por qué. Tras el café vienen las no menos tradicionales cañas con los amigos de mi santo. Pero este año decidí saltármelas, en parte porque el tema del transporte estaba complicado, en parte porque el año pasado, mi hermana Zel se pasó un poco en esta tradición y llegó turucia perdida a la cena. Al principio disimuló cerrando el pico, pero cuando mi abuela le puso la tortilla de lombarda en las narices, Zel no aguantó y se alejó, dando tumbos por el pasillo, hacia sus aposentos.
No, amigos, yo soy ya muy mayor para esos numeritos, y en los últimos años me he labrado la imagen de tía con clase ante mi familia. Así que, una vez acabado el mensaje del Rey (que ayer me pareció bastante soporífero), como es tradición, fuimos a casa de la matriarca, donde nos esperaban, ya en nuestros respectivos platos, las tortillas de lombarda. Estaba dispuesta a comérmela enterita, pero no fui capaz. En un momento de despiste colectivo, se la pasé a mi otra hermana, Hei, que es bastante friki y le gusta esa guarrería.
Mucha grasa y vinazos después, llegó la sobremesa. Para la ocasión yo había llevado un nuevo juego de mesa, el Partynosequé. Por motivos que no vienen a cuento, me lo regaló un arlequín, y lo reservaba para esta ocasión. La excusa del juego me sirvió para hacer callar a mis parientes de más edad que, al igual que ocurrió en casa de Arbusto, se habían lanzado al villancico sin ningún pudor (propio, porque ajeno sí, y mucho). El momento culminante del juego llegó cuando el equipo senior, formado por mi madre y mis dos tías tenía que superar una prueba de imitación. Una de ellas (mi tía la más joven) tenía que emular a Gollum, de «El señor de los anillos» y las otras tenían que adivinar. Mi tía comenzó con el clásico «es mi tessoro, es mío» y las otras dos lo tenían en la punta de la lengua «sí, sí, ese, el bicho ese, ¿cómo se llama?». Ambas visualizaban la criatura de Peter Jackson, pero no daban con el nombre, lo que provocaba risa y algarabía en los demás. Hasta que mi tía, la mayor, mandó callar y sentenció. «Ya sé quién es. Es Fédor».
¿Cómo llegó a esa conclusión? ¿Qué efectos tiene la ingesta masiva de alcohol en mayores de 57 años? No lo sé a ciencia cierta. Sólo sé que, pese a la tortilla, al villancico y a las discusiones familiares, anoche me lo pasé teta en casa de mi abuela. Si es que en el fondo soy muy de tradiciones.

Friday, December 23, 2005

Tsunami

Amigos blogueros:

No os escribo desde hace mucho, pero ya me veo obligada a pedir vuestra ayuda. Por motivos que no vienen al caso, debo encontrar blogs con testimonios sobre el tsunami asiático del año pasado. Ya sería la leche que fueran de españoles. Si sabéis alguna dirección, ponedme un comentario. Os lo compensaré, no sé cómo, pero lo compensaré.

Hoy no me siento capacitada para escribir nada más. Sin un duro en la lotería y en "esos días", lo que me espera para hoy es aún peor. Mi jefe ya debe de tener el látigo en la mano para cuando yo aparezca por la puerta. Pero, como quiero que volvais a leer este blog, mejor me callo.

Besos a todos.

Wednesday, December 21, 2005

Religiones


«Nadie debe ser discriminado por razón de su credo». Algo así dice la Constitución (no voy a tomarme la molestia de buscar la cita textual). Pues bien, sobre este punto tengo que comentar algo que puede que no guste, pero que me reconcome desde hace tiempo: hay religiones y creencias que yo, en particular, NO respeto. No voy a hacer una tesis sobre teología ni a hablar de las religiones del mundo. Hablo de grupúsculos en los cuales se puede encontrar tu propio vecino. Estas son algunas de las peorcitas:

-Mormones. Hace poco estaba de vacaciones con unos amigos y llamaron a la puerta de nuestro apartamento. Eran dos jóvenes de aspecto nórdico trajeados y con un membrete de la «Iglesia de Jesucristo». Estaba relajada, así que me mostré dispuesta a escucharles, aunque no más de dos minutos. Cumplido el tiempo, les dije que no, que ahora en serio, si yo no creo en la religión católica, que es la verdadera, no voy a creer en sus monsergas. Pasaron entonces al plan B y se ofrecieron a hacernos las tareas domésticas, «fregar los platos, por ejemplo». Les salió mal, a los pobres, porque en vez de dejarles entrar, uno de mis compañeros les endosó sendas bolsas de basura para que las tiraran, al tiempo que les invitaba a volver al día siguiente a la misma hora. Seguro que los chavales piensan que tienen ganado el cielo por poner la otra mejilla y hacer de criados para quien se mofa de ellos. Qué cara de tontos se les va a quedar cuando palmen.

-Opus dei. No es una religión en sí, pero tiene mucho de secta. Reconozco que tengo prejuicios. De niña y adolescente había oído hablar mucho y muy mal de ellos, pero la verdad es que no conocí a ningún miembro de la obra hasta la universidad y sí, le miré mal y me alejé enseguida. Una actitud algo pueblerina, no lo niego, pero no me arrepiento. La gente les critica porque no follan. A mi eso me trae al pairo. Lo que me jode es que su puta misión en la vida sea el proselitismo y se pasen el día pontificando.

-Legionarios de Cristo. Versión corregida, aumentada y mexicana de los anteriores. Me caen aún peor, porque son más machistas y más recalcitrantes. Les molesta que las tías lleven bikini o incluso pantalones (y ya de follar ni hablamos). No me refiero a hace décadas, hablo de ahora y lo digo de muy buena tinta. Por suerte, en España hasta hace poco no han tenido muy buena prensa, sobre todo por el parecido de su nombre y sus ideas con los Guerrilleros de Cristo Rey que zurraban a los paisanos cuando Franco. No puedo con ellos.

-Kikos. Completan la trilogía. Son la cara más amable, y reconozco que sus chavalillos guitarreros no me caen mal del todo. Pero les incluyo en esta lista por ser los seguidores de ese ser de los infiernos que el Kiko Argüello. El tío ni es cura, ni es fraile, ni es pintor (como demostró en La Almudena para vergüenza de muchos que decidimos leer cosas sobre la boda del principito en la prensa extranjera). Entonces, ¿qué es y por qué le siguen? Pues es un predicador vendeburras, lo cual estaría muy bien en un pueblo de Arkansas en los años 50, pero no aquí y ahora.

-Testigos de Jehová. Que conste que a mi tampoco me gusta nada que me saquen sangre, pero estos también son brasillas.

-Cienciología. Qué patetismo más grande. Mucho famoseo y mucho tomcruise, se montan un chiringuito de lujo en Madrid y ya por eso se creen más que las sectas de a pie. La nueva versión de la fashion religion es la Kabalah esa de Madonna. Creo que su filosofía consiste en que cuanto más pasta tengas y aportes para la causa, más posibilidades de ir al cielo, que está lleno de tiendas pijas. Una teoría que no por antigua acaba de pasar de moda.

-Islam reconvertido. Me refiero a los andaluces que antes se llamaban Eulogio y ahora se llaman Yusuf. Admiro su arrojo para la circuncisión tardía, pero no puedo evitar que me hagan un poco de gracia.

Y ojito, no soy yo la primera en criticar las conversiones religiosas. El propio Dalai Lama dijo en una conferencia a la que asistí (por motivos de trabajo, que todavía no soy una flipada) que estaba hasta la polla de que todos los hippies sin un dedo de frente se convirtieran al budismo. Que su religión no es un cubo de basura, joder. Algo así dijo.

Tuesday, December 20, 2005

Un libro es un tesoro

En buenas manos

Parecía imposible, pero he conseguido sacar provecho de una de mis innumerables y tediosas visitas familiares con motivo de tan entrañables fiestas. Después de los abrazos, besuqueos, café, galletitas, alboroto y preguntas estándar-respuestas previsibles (y más viniendo de un ser huraño como yo), me he atrevido a preguntar por la existencia de conexión a Internet con el fin de consultar mi correo "por motivos de trabajo". "Ya sabéis, es que tengo que estar siempre pendiente por si...", he soltado con una sonrisa inocente (me sale muy bien).

Y aquí estoy, encerrada en la habitación de mi primo de 9 años, que tiene Playstation, impresora con escáner, cámara de fotos digital ultraligera y ultraplana, móvil último modelo y no sé cuántas cosas más, pero lo peor no es que a su edad yo sólo tuviera una mierda de muñecas, sino que él entiende mucho más de todo esto que yo y, aunque no sabe hacer la o con un canuto (cosas de la LOGSE, entre otros motivos), cuando se pone a hablar de componentes electrónicos, programas y troyanos yo me quedo a cuadros, aunque le digo que se vaya con sonrisita de adulta (ésa que tanto odiaba yo de pequeña), porque "todo eso ya lo sé yo".

La verdadera razón que me lleva a poner una última entrada es que quería despedirme de mis escasos e ilustres lectores, ya que, como dije en algún post anterior, en estas fechas me veo obligada a dejarme cebar por mi abuela en un pueblo perdido de la Ejpaña más profunda, donde no hay Internet y el móvil pierde cobertura si te mueves de donde estás.

Muy triste, pero sobreviviré.
Y volveré a partir del 6 de enero, como las rebajas.

Pero tranquilos, estos días no estaréis solos, ya que una coleguita recogerá el testigo y actualizará periódicamente (es decir, cuando a ella le dé la gana, qué pasa) el blog.

No es una simple becaria haciendo las funciones del currante que está de vacaciones. Nada de eso. Si bien es cierto que no cobrará un duro, la chica pasa directamente a formar parte del equipo directivo de Desde mi tejado, con poderes idénticos a los de Copycat.

Es vinagrilla y de verbo afilado, ingredientes imprescindibles para dejar posts muy sustanciosos.
Stay tuned

Monday, December 19, 2005

Hay que tener mal gusto


Aprovecho unos escasos minutos de Internet caídos del cielo para actualizar por última vez mi blog antes de viajar a una localidad de la España medieval, donde sólo se come comida casera (lo cual no está nada mal) y la tecnología se reduce a televisión en color (guau) y teléfonía fija y móvil (guauuu).

Tengo que contar algo bastante gordo que me ha soplado un Garganta Profunda de mi gremio, antes de que se me adelante el Arbusto, que quedó peligrosamente prendado de la historia cuando se la conté.

Se trata de un antiguo compañero de trabajo, famoso por ser el típico baboso que se parte las cervicales cada vez que pasa una tía buena. Según solía afirmar él mismo, tal calificativo sólo era válido para aquellas chicas dignas de desfilar por una pasarela. Es decir, tenían que ser altas, delgadas y con buenas tetas. Decía que las tías de metro ochenta y 52 kilos de peso (4 de ellos en el pecho) eran el súmmum de la elegancia y el erotismo. Tenía a Nieves Álvarez -su diosa- de fondo de pantalla y varias fotos de modelos de largas piernas pegadas en el monitor.


Todo esto no es malo. Las tías también nos torcemos las cervicales cuando vemos un buen culo y si alguna lo niega, miente (o es idiota).

Lo chungo viene cuando me entero de que el chico de gustos exquisitos se lió hace unas semanas con una famosa presentadora de TV, conocida por frases como "¡A mediodía, alegríaaaaa!" y otras perlas que no voy a reproducir aquí.

No sé si la proporción estatura/peso/tamaño de las tetas de LS se corresponde con lo que este tipo entiende por mujer ideal, pero creo que a esta tía habría que "darla" haciendo el truco de la alcachofa (uno que me contó un primo mío muy bruto, que consiste en liarle la falda en la cabeza).

Lo peor de la historia aún estaba por llegar, porque mi contacto me dio más detalles sobre los auténticos gustos del chaval. Resulta que últimamente sale mucho por pubs de ambiente gay, pero no porque le guste más el pescado que la carne, sino porque le van... los travelos.

Sí, amigos, el súmmum de la elegancia y el erotismo. Aunque no sé que es peor: liarse con LS o con un travesti.
Vosotros diréis.

Monday, December 12, 2005

El extraño caso de las magdalenas


Al igual que Mr. Arbusto, de vez en cuando me veo obligada a hacer algún que otro viaje en misión especial. En una de esas tareas por el bien de la humanidad conocí a este aguerrido personaje, que me contó su huida gracias a un chorizo espagnol "made in Portugal".

Mi historia es más prosaica, ya que yo soy mucho más sagaz y no me dejo capturar por el enemigo tan fácilmente, de manera que paseo tranquilamente por las ciudades en las que me toca trabajar, mezclándome entre la población como una ciudadana más.

Así que el otro día, estando en una pequeña tienda estilo a las de "Todo a 1 euro", me encontré con una sorpresa: entre productos autóctonos destacaba un montón de paquetes de magdalenas "La pastelería de Angel Garró", hechas en Navarra.

Con mi astucia habitual, busqué alguna etiqueta en la que apareciera la empresa importadora de dicho producto, ya que era la primera vez en mucho tiempo que encontraba un artículo español en esas tierras. Por aquí se puede comprar aceite de oliva virgen extra, aceitunas en conserva, salami, chorizo e incluso jamón serrano... pero de Italia, país de comerciantes con más olfato que los españoles, que mientras están viéndolas llegar, van los italianos y exportan sus productos como si fueran ellos los únicos que los fabrican. Y lo del jamón es de traca, señores.

Total, que allí estaba yo buscando la dichosa etiqueta, y nada. Apreté disimuladamente con los dedos algunas magdalenas y comprobé que estaban poco esponjosas, más bien tirando a tiesas-duras como un peñón.
Como sólo había un puñado de paquetes elaboré mi propia teoría sobre cómo habían llegado esas magdalenas hasta allí.

Eran de contrabando.

Las confiscan en el aeropuerto a alguna madre típica española que viene a visitar a su hijito con la maleta llena de sus magdalenas favoritas y luego los chinos (que están en todas partes y son más listos que el hambre) las venden en sus tiendas.
Si no de qué, vamos a ver.
No es tan descabellado... el género madreespañolacargadadecomidapallenarleelfrigoalniñoolaniña es bastante habitual entre señoras que tienen al retoño (entre 17 y 35 años) viviendo una temporada fuera de casa, ya sea en Las Pedroñeras o en Australia. Es igual.

Si se os ocurre una hipótesis mejor, hacédmelo saber.

Friday, December 09, 2005

Christmas holidays

Llega la Navidad, esa entrañable época del año que, al parecer, todo el mundo detesta, aunque nadie deja de comprar regalos, langostinos y adornos navideños para que parezca que todo es maravilloso y especial. Puaj.
No voy a hablar de lo que opino sobre el consumismo predirigido de estos días (igual que San Valentín, Día de la Madre, Día del Padre, Día del Corteinglés, etc.) ni de la obligación de reunirse familiares que no se ven el resto del año porque en el fondo no se soportan.

Le voy a dedicar este post a la putrefacta programación navideña que cada año nos ofrecen las diferentes cadenas de TV. Tengo la mala suerte de verme obligada a pasar la Navidad en el pueblo de mis abuelos, un lugar perdido en tierras españolas donde los únicos seres humanos de mi edad pasan un par de días y luego se largan. Yo, para no defraudar a la familia -y a falta de dinero para planear un viajecito-, no me queda otra que quedarme y tragar mucha tele (es imposible leer en una casa llena de gente). Y me quiero suicidar.

¿Por qué ost... todas las películas y telefilmes tienen que ser de temática navideña? Y más aún: ¿por qué son las mismas año tras año? Empieza a cansarme el rollo Santa Claus+nieve+espíritu de la navidad+familia unida. Es que más que cansarme me desespera.

Gracias a que la naturaleza es sabia, mi cerebro ha desarrollado un sistema de autoformateo para eliminar los títulos y los contenidos al acabar las navidades. Por eso, ahora mismo sólo se me viene a la cabeza "Solo en casa" y "Mujercitas". Esta última, a pesar de no ser la típica película navideña, la ponen sin falta cada año, supongo que porque sale mucha nieve y cuenta una historia triste, para que los espectadores se echen unas lagrimillas y se den cuenta de lo importante que es mantener la familia unida.

Si os acordáis de otros títulos, queridos lectores, hacédmelo saber.

Cara al sol

Sí, ya sé que puedo ser muy pesada contando cosas de la infancia y todos esos rollos, pero ayer, después de subir mi última entrada, me acordé de una cosa muy chunga, muy chunga. Y la tengo que contar.

Ubicación: colegio público de un pueblo cualquiera de España.
Fecha: Una tarde de viernes del año 1989 (o 1988, yo qué sé)
Detalles: aula de 6º EGB, clase de Sociales con la profesora más vieja del colegio, a punto de jubilarse.

No recuerdo de qué iba el tema, pero se le ocurrió enseñarnos "una canción muy bonita" que se cantaba en su época. Verso a verso, nos hizo repetir con la sonrisa en los labios el "cara al sol / con la camisa nueva / blablablaparaquévamosaseguir".

Feliz de que ya fuera fin de semana, llegué a mi casa y me puse a cantar el caralsol ante la mirada atónita de mi madre, a la que de repente se le salieron los ojos de las órbitas y casi me los hizo saltar a mí de un sopapo. "Quién c... te ha enseñado eso?".
Pues la maestra, otra nostálgica de tiempos "gloriosos" para España. Y utilizando sutiles técnicas propagandísticas aprovechándose de nuestra inocencia y/o ignorancia, la muy...

Thursday, December 08, 2005

Amor y pedagogía

Mi padre es maestro. Y yo siempre quise ir a su colegio para que él fuera mi profe, no sé, me molaba la idea. Pero él me decía que no y me soltaba un rollo sobre enchufes que yo, a mi tierna edad, no entendía. Luego comprendí que mi padre no quería verse en dos posibles situaciones: 1) que otros maestros/padres/alumnos pensaran que mis buenas notas eran por enchufe y 2) que, para demostrar que no había tráfico de influencias se volviera inconscientemente un tirano, exigiéndome incluso más que a los demás.

En lo que antes era el Ciclo Medio de la extinta EGB (de 3º a 5º curso) lo pude ver ante mis propios ojos, ya que mi maestro durante esos tres años tuvo a su único hijo como alumno. Y lo peor es que éramos vecinos.

Para empezar, el tipo, llamémosle Don Fulgencio (había que tratarle de usted), era un nostálgico de la enseñanza franquista y nos hacía rezar por las mañanas antes de empezar la clase. También, como era de esperar, era bastante aficionado a tirar de las patillas a los niños y de las coletas a las niñas cuando no se portaban bien, aunque esa era una práctica bastante habitual a finales de los 80, cuando no se consideraba malos tratos y los propios padres le decían al maestro: "Si mi niño se porta mal, déle usted una buena somanta' palos". También se podía echar de clase a los niños-tostón o tirarles tizas a dar cuando se quedaban en Babia. En fin, otro día dedicaré un post a las nobles técnicas educativas de finales del siglo XX.

Don Fulgencio, preocupado por no tratar a su hijo mejor que al resto de los chavales, se fue convirtiendo poco a poco en la peor pesadilla de la criatura, a la que insultaba y pegaba en medio de la clase. El niño -llamémosle Juanito- aguantaba el tirón rojo como un tomate y nadie se reía porque no te daban ganas ni de reírte ante semejante escena. Como el chico era un poco zote -todo hay que decirlo-, mi profe se enfadaba con él casi a diario. Vamos, que Juanito llegaba "calentito" a su casa...

El problema es que esa tormentosa relación paterno-filial me salpicó a mí, porque yo era de las listillas de la clase y el pedagogo solía ponerme como ejemplo cuando tenía bronca con su hijo. Juanito, claro está, desarrolló un odio visceral hacia mí y me convirtió en el origen de todos sus males. Me hacía la zancadilla en los recreos, se negaba a cambiarme cromos repes hasta que él no hubiera completado sus álbumes, se negaba a darme hojas de morera de su patio para alimentar a mis gusanos de seda (dios, ¿algún niño hace estas cosas hoy en día?)...

Con el tiempo, al chico le salieron granos, nuez y una timidez elevada a la enésima potencia. Sacó su carrera de ingeniero topógrafo a golpe de talonario en una universidad privada y ahora se va a comprar un pisito. Nadie le ha conocido nunca relación o rollo con nadie de esta acera ni de la de enfrente.

Creo que el pobre será uno de esos tíos de 40 años que siguen siendo vírgenes porque les da vergüenza que les hable cualquier mujer que no sea su propia madre.
Y creo que aquellos tres años con su padre y maestro tienen parte de culpa.

Thursday, December 01, 2005

Parecidos razonables

Quien me conoce sabe perfectamente que NO me parezco a Iggy Pop. Bueno, puede que recién levantada y comiendo limón me dé un aire, pero no. Pues bien, según una página web de la que me ha hablado un colega, el famoso que más se me parece es él. En cuanto a mi versión femenina, se supone que es Isabella Rosellini. No es el tipo de mujer que más me gusta, pero en la foto seleccionada sale bastante mona. Y no, tampoco nos parecemos.

El sistema es muy sencillo, sólo hay que tener una foto en formato digital y seguir las instrucciones. El programa monta un paripé en plan CSI, escaneando tu cara y tardando un huevo en buscar el parecido en su archivo de más de 2.400 fotos, pero tiene su gracia.

Lo cachondo es que cuando repetí la operación con otra foto, mi doble famoso femenino resultaba ser
Christina Ricci (va a ser que no) y el masculino, Mark Hamill (a.k.a. Luke Skywalker). Y tampoco.

Tendré que probar hasta que me convenza alguna de las propuestas, aunque lo veo difícil porque tengo una cara con mucha personalidad (pero sin llegar al extremo de la de Rossy de Palma). Y no lo digo por presumir, es que cuando alguien ha intentado alguna vez sacarme algún parecido con un famoso ha sido imposible. Sólo un colega del curro llegó a sugerir en una ocasión Shelley Duvall, de El resplandor, pero no lo creo. ¿O será que tampoco me gusta?